Inaugurada la calle en honor a Amalia Carvia Bernal con motivo del Día Internacional de las Mujeres

Fue una escritora y maestra que luchó por la emancipación de la mujer y el derecho al voto de ésta, creando la primera organización feminista en España.-

El alcalde de Chiclana, José María Román, inauguró en la urbanización Pinar de Don Jesús, en la segunda pista de La Barrosa, la calle en honor a Amalia Carvia Bernal, con motivo de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres. Asistieron la edila de Mujer, Susana Rivas, miembros de la Corporación Municipal y de diferentes colectivos de mujer, entre ellas, Luisa Moreno, vicepresidenta segunda del Consejo de las Mujeres, que leyó un manifiesto sobre la homenajeada.

 

Amalia Carvia nació en Cádiz el 12 de mayo de 1861 y falleció en Valencia el 7 de marzo de 1949. No cursó estudios de bachillerato ni superiores como el resto de sus hermanos, por lo que desde jovencita se fue adornando con una vasta cultura humanista y librepensadora.

 

Desde que en 1885, con 24 años, escribió una carta de adhesión que publicaron en Las Dominicales del Librepensamiento (Madrid), considerándose una ferviente seguidora de Rosario de Acuña, Amalia no dejaría de escribir artículos, poemas y narraciones cortas en veinte diarios o revistas de varias ciudades españolas durante 54 años. Publicó varias novelas cortas que no se han conservado y junto a otras mujeres librepensadoras como Rosario de Acuña, Belén Sárraga o Ángeles López de Ayala, está considerada como una de las escritoras olvidadas de la Generación del 98.

 

Se integró en la Logia masónica Regeneración, alcanzando el grado tres o maestro masón; fundó más tarde, en 1895, la única logia femenina de Cádiz Hijas de la Regeneración; en 1896, fue elegida por unanimidad miembro de la Comisión Ejecutiva de la Asamblea masónica provincial de Cádiz, hecho insólito y único en la historia gaditana.

 

ETAPA FEMINISTA Y SUFRAGISTA

Participó activamente en el Círculo del Librepensamiento Guillén Martínez que fundó Fermín Salvochea en 1886. En 1891 en Huelva se integró en la Logia masónica Unión y Sinceridad, ganándose la vida como maestra laica. Posteriormente, también en la capital onubense, organizó a las mujeres teniendo como objetivo la educación de la mujer como medio de emanciparse, promoviendo la apertura de escuelas laicas para niñas y adultas.

 

En 1900 dejó Cádiz y fijó su residencia en Valencia, destacando como redactora de La Conciencia Libre. Siguió trabajando como maestra laica, comenzando una fecunda etapa feminista y sufragista, colaborando activamente con la revista que fundó su hermana Ana Carvia, Redención.

 

En 1918 estuvo presente en la creación de la Liga Española para el progreso de la mujer, primera organización feminista de ámbito estatal, y hacían un llamamiento a la adhesión y a que la mujer ocupara su puesto en la lucha por sus derechos. En enero de 1919, las feministas valencianas se convirtieron en sufragistas al tener que salir al paso de la ridícula y restrictiva reforma electoral que el gobierno pretendía realizar, siendo las primeras en defender el voto integral para la mujer.

 

Pocos meses después, las mujeres de la Liga volvieron a presentar una petición sobre sufragio femenino, esta vez formal y registrada en las Cortes. El Diario de Sesiones de 27 de febrero de 1920 recoge la primera petición formal de la historia solicitando el voto femenino sin restricción alguna y lo realizó la Liga Española para el Progreso de la Mujer.

 

APOYÓ EL VOTO INTEGRAL FEMENINO

 

Con la proclamación de la Segunda República, Amalia siguió apoyando el voto integral femenino desde sus artículos en El Pueblo de Valencia, aplaudiendo la labor parlamentaria de Clara Campoamor en ese sentido. En 1931, recién jubilada y con 70 años, ingresó en las filas del Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA) de Valencia, fundado por Vicente Blasco Ibáñez, siendo elegida presidenta de la Agrupación Femenina Republicana de su Distrito, Flor de Mayo.

 

Durante esos años y junto a su labor política republicana, se volcó en el movimiento pacifista, liderando en Valencia la campaña en contra de la guerra de Mussolini en Abisinia, y en la Liga de los Derechos del Hombre y la Ciudadanía, siendo elegida vicepresidenta del Comité Provincial. En febrero de 1934 fue distinguida por el gobierno con la insignia de Caballero de la Orden de la República, única mujer española que ha ostentado esa distinción.

 

Durante la guerra siguió escribiendo en El Pueblo. Cuando el gobierno republicano reconoció en 1937 a los maestros laicos, equiparándolos a los nacionales, y concediéndoles los derechos laborales que le correspondían, incluida la jubilación, Amalia Carvia se afilió a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de la UGT.

 

DETENIDA POR MASONA

 

Al acabar la guerra, en septiembre de 1939, Amalia fue detenida acusada de auxilio a la rebelión, por haber pertenecido a la directiva provincial de la Liga de los Derechos del Hombre. Este proceso duró varios años en los que Amalia estuvo en arresto domiciliario y en el transcurso del cual salió a relucir su pasado masón cuando vivió en Cádiz.

 

Por este motivo, al poco tiempo de que el tribunal estimara el sobreseimiento provisional por falta de pruebas, se remitía el testimonio relativo a Amalia Carvia al Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, que no dudó en procesarla nuevamente aduciendo que su declaración-retractación sobre su pasado masónico de 3 de junio de 1940, había sido insincera.

 

Se inició así la Causa 2712/1942 cuando Amalia había recién cumplido 81 años y veía cómo seguían martirizándola con nuevas declaraciones y citaciones a Madrid. Hasta 1947 no dieron por concluido el Sumario, dictaminando finalmente una condena leve que no implicaba prisión y sí inhabilitación para cargos públicos. Su caso no pasó al Tribunal de Responsabilidades Políticas, y dos años después Amalia fallecía en Valencia el 7 de marzo de 1949.