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Inundaciones y cambio climático

Tomas Gutier [colaboraciones].-

Ya lo dice el refrán: “No por mucho machacar, los gobernantes se preocupan más temprano”. O algo parecido. A riesgo de ser pesaíto, permitan que aporte mi granito de arena machacador en frío y advertidor de la que nos puede caer como no espabilemos. Literalmente, nos va la vida en ello.

Si las inundaciones sufridas por el levante peninsular se deben al cambio climático, Chiclana, con su inundación en 1965, se adelantó casi sesenta años a esa machacona alteración atmosférica, con la que nos explican todas las cosas que tienen otra explicación más sencilla, aunque también más difícil de revelar.

Bajarse a hacer declaraciones desde la altura que da el cargo, puede doler a quien se cree parte de un mundo privilegiado, que le permite unos derechos diferentes al del ciudadano normal y corriente. Escudarse en el manido cambio climático para explicar algo, que únicamente se debe a la incompetencia del mandamás, es un engañabobos que solo sirve para eso, para engañar a los bobos, las bobas y les bobes, y de esos cada vez quedan menos, menas y menes. 

Nuestra ciudad tiene una zona denominada La Rana Verde, a la que se llega circulando por la Carretera de las Lagunas. Si una persona compra allí un terreno, se construye una vivienda, y luego se le inunda la casa. ¿Tiene derecho a quejarse porque alguien le ha engañado? Rana Verde, Las Lagunas… pues claro, blanco y en botella.

EL GOBERNANTE DEBE ACTUAR ANTES DE LA DESGRACIA

Luego, si nos vamos al diccionario, encontramos una clara explicación del por qué nuestros antepasados llamaron así a algunas calles. Por ejemplo, Las Albinas. Albina: Estero o laguna que se forma con las aguas del mar en las tierras bajas que están inmediatas a él. Uno más, Las Marismas. Marisma: Terreno bajo y pantanoso que inundan las aguas del mar. Otro más, calle Arroyuelo. Arroyuelo: Arroyo pequeño. Otro más y me paro, calle La Vega. Vega: Parte de tierra baja, llana, húmeda y fértil. Luego diremos que nadie nos avisó.

 Ante situaciones extremas como la producida en Valencia recientemente, el gobernante puede hacer algo. No, no se me han olvidado los signos de interrogación. No interrogo, afirmo. El gobernante tiene la obligación de hacer algo, antes, mucho antes de que ocurra la desgracia. El gobernante está para administrar y prevenir, la obligación está incluida en el elevado sueldo que recibe.

¿Qué es muy puñetero decirle a alguien que no puede construir en zonas inundables? Pues claro y además, a menos que le des una paguita ya no te va a votar, pero es necesario, más que necesario, humanamente obligatorio.

La primera vez que Chiclana salió en la recién inaugurada televisión franquista en blanco y negro, fue para contar que aquí había pastelerías con unos dulces muy ricos a dos pesetas la unidad. La segunda fue porque nos llegó el agua al cuello en la riada del sesenta y cinco.

PENSAR MENOS EN LOS BENEFICIOS ELECTORALES

Ya sé que nadie escarmienta en cabeza ajena (y a veces ni en la propia), pero si no queremos volver a aparecer en la colorida tele actual, deberán poner pie en pared (los gobernados) y ponerse manos a la obra (los gobernantes). Nunca esperemos el milagro de una acción espontánea desde arriba. Quienes están allí asentados se gastan el dinero en incoherentes plataformas, grises torres y coloridas alamedas que por lo visto son más rentables a la hora de las elecciones.

Si no se aprieta desde abajo, no habrá reacción y un día nos encontraremos con un húmedo y desagradable contratiempo. Debemos explicar a quienes dirigen Chiclana la necesidad de remangarse, pensar menos en los beneficios electorales y más en la obligación de todo gobernante con dignidad y humanidad.

Presa contra avenidas, limpieza y conservación del cauce del río, sistema adecuado de avisos, protección de La Longuera, calle La Vega, La Plaza, Arroyuelo, plaza de las Bodegas, Alameda del Río… los nombres nos marcan dónde puede estar el problema. El aparcamiento de Mercadona, el de la Plaza de Abastos, el de la Plaza de España en la orilla del río, el del Retortillo y algún que otro más por ahí, pueden convertirse en una ratonera trágica.

En Paiporta los damnificados recibieron a las autoridades al grito de hijo de puta y asesinos. Dios no
permita que algún día lleguen a escucharse esos gritos por aquí.

 

 

1 comentario:

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