Tiempo de Héroes: Sé tu propio Sol

Julio Cascobelo [colaborador]

Cuenta una de las profecías mayas que la era que termina en el solsticio de invierno del 2012 se corresponde con el alumbramiento de un nuevo Sol. Por otro lado, recientes observaciones astrofísicas sobre la actividad y composición de la atmósfera de Júpiter han desconcertado a los científicos, que no descartan la posibilidad de que el gigante de nuestro sistema solar, con más de 60 astros, lunas y pequeños planetas girando a su alrededor, pueda transformarse en una nueva estrella.

Sin embargo, esta hipótesis, barajada oficialmente desde hace varios años en pequeños círculos científicos, es sólo una confirmación de lo que los antiguos ya conocían y nos legaron a través de sus mitos, siendo así que no es casual el nombre con el que bautizaron a este planeta. Apelativo que indica naturaleza sublime, heroica y divina.

No obstante, Júpiter fue el primer héroe de las leyendas antes de convertirse en el más poderoso de todos los dioses, derrotando para ello a su padre, el dios del tiempo, o lo que es lo mismo, se transformó a sí mismo en luz divina. Una bella metáfora de cómo uno puede forjarse heroicamente a sí mismo a través de la lucha con el tiempo de vida que se nos ha dado para lograrlo, irradiando con el ejemplo de la superación personal: nuestra propia luz.

Estas personas son para los demás como el faro que orienta a los barcos perdidos en la inmensidad de la noche, en el agitado mar de nuestras emociones, de las tormentas que desatan nuestros miedos y frustraciones. Muchas religiones han destacado a varios de ellos, narrando cómo pasaron de ser simples personas a seres iluminados, llamados propiamente como Dios y la luz del mundo.

A pesar de ello, muchas son las pruebas, castigos y sufrimientos que ha de superar una persona por atreverse a ser un gigante, un grande, un héroe, y alcanzar esa luz. Una de las historias que más me gusta es sobre el mito de Prometeo: Este héroe fue condenado por haber robado el fuego de los dioses para dárselo a los hombres. Es una metáfora que me recuerda a la del sacrificio de Jesucristo para redimir los pecados del hombre, otorgándoles a cambio la gracia del Espíritu Santo, que se haría visible en San Pentecostés como lenguas de fuego sobre las cabezas de sus discípulos.

Prometeo fue atado y castigado a que unas aves rapaces devorasen su hígado, mientras que la confirmación de la muerte de Jesucristo se realizó a través de la llamada lanza de Longinos, que atravesó su hígado, dando como resultado una mezcla de líquidos y sangre. Curiosamente, en astrología hay un órgano del cuerpo asignado a cada planeta y, precisamente, el que corresponde a Júpiter es el hígado, igual que el mayor de los planetas es también la mayor víscera del cuerpo humano.

¿Será también por eso que a los boxeadores les encanta castigarlo, como si de esta forma redujeran la fuerza heroica de su enemigo? Otra forma de castigar al hígado es a través del exceso de alcohol, quizás es por ello que muchos de los que han huido de la lucha heroica de su existencia mueran de cirrosis etílica, fruto de una prolongada vida alcohólica. ¡Recuerden que la medicina en altas dosis se convierte en veneno y que “la sangre de Cristo” es sólo para recordar ese calorcito solar en las entrañas de Júpiter, no para que nos provoquemos un “big bang”!

Por otra parte, Pentecostés y su posterior transfiguración en la forma a través del Corpus Christi, se celebra normalmente en junio, y esto me recuerda a la vida de otro héroe, a otros datos astronómicos y astrológicos, y sobre todo, a Chiclana. Pero esta historia sólo acaba de comenzar, como la presentación de un “puente chico”, propio, de intercomunicación entre ustedes y yo, que continuará próximamente y que espero la disfruten tanto como este servidor.

Agradecido del rayo, los truenos, relámpagos, y del calorcito de Sol.


Julio Cascobelo Moreno