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Malos tiempos para la lírica

Teodolito [colaboraciones].-

Aunque parezca mentira, se hacen actos culturales en los tiempos que corren, y con el riesgo que ello conlleva a la hora de atraer al público –incluso gratuitamente-. El otro día sin ir más lejos, al salir del último al que asistí, oía entre los concurrentes el comentario: “Y ahora, ¿qué nos pondrán de tapeo?”.

Es penoso e insalubre, pero el individuo tiene que levantar la cabeza y mirar a horizontes más lejanos que su flequillo, quien crea que algún día alguien llamará a su puerta para sacarlo de ese caos, está muy equivocado. Es obligación de cada cual tratar de sacar ese segundo yo que lleva dentro y aspirar a una segunda oportunidad en esta vida, para volver a recobrar la dignidad perdida, y eso tendrá que salir de nuestra capacidad de sobreponernos a los retos que el mundo actual nos plantea.

Llevo toda la vida tratando de hacer lo que hicieron conmigo, porque no había más remedio, intentando en todo momento de aportar la caña en vez de los peces, pero claro, hoy, por lo que se ve, nadie está para la caña, todos quieren los peces, y si están a la plancha, mejor -por aquello del colesterol-.

La tela de araña en las retinas de los que se acostumbraron a vivir a costa del subsidio de desempleo –“algunos” más por devoción que por necesidad-, no les deja ver más allá de la visera de la gorra, dejando secuelas que será difícil erradicar. Una sociedad subvencionada por la mañana y haciendo “chapuces” por la tarde, es lo que tiene.

Es como ese hijo de cinco años que después de una rabieta, le compras el último modelo de la consola, ¡la más cara!, y luego con veinte te pide el mercedes. ¡Ya no te puedes negar!, tu “frankenstein” no lo entenderá y te verás avocado/a a mantener el tipo, con lo que eso conlleva.

QUIÉNES SALDRÁN DE LA CRISIS ECONÓMICA
Tendrás que explotar a tus pobres trabajadores –porque si te planteas dar estos caros gustos a tu descendencia, seguro que será con dinero de otros-, y si tú no se lo das, ¡no te preocupes!, que él, con la maestría adquirida de nacer de quien nació, se las apañará para hacerse con su premio, a costa de esclavizar a sus semejantes o esclavizarse él, negociando fuera de la ley.

De la crisis económica saldrá quien haya guardado, -o como decimos por aquí, quien esté calentito o subvencionado, claro-, de la otra costará salir, no será fácil y llevará tiempo, ¡sí!, ¡la otra!, la que hace que seamos uno de los países más corruptos del mundo”.

El otro día alguien preguntaba ¿por qué en nuestro país tenemos tanto político corrupto? La respuesta es bien sencilla, y la encontraremos mirando a nuestro alrededor, seguro que nosotros, nuestro hermano, nuestro vecino, etc., tenemos o tienen algo por lo que avergonzarse en algún momento de nuestra vida, esa picaresca de incumplir las normas en cuanto nos lo permitan, se cumple a rajatablas.

Habrá quien diga que los de arriba “trincan” más y empezaron antes, pero eso no justifica a nuestras conciencias para delinquir, -en el más amplio sentido de la palabra-, cada vez que se presente la ocasión.

La ausencia de valores primarios en el individuo, dejan su huella y sobre todo deja al ser humano convertido en el maniquí del sastre, un simple armazón de sus esencias donde dejar caer sus maltrechos pellejos. No me malinterpreten, no me refiero a esos valores casposos que te obligan más allá de tu aportación como persona.

AUTOCRÍTICA

Es irónico contemplar cómo el graderío se afana y consuela pensando en el día que vuelvan a vivir aquellos tiempos de gloria, esos días de “cien euros la peoná”, pegando ladrillos por ejemplo. Nuestros corruptos dirigentes –en su mayoría-, se desgañitan pidiendo un “reciclaje” del obrero, un búscate otra cosa.

Ya se sabe que nuestro estado tiene techo de sobra, para albergar –si se quisiera-, a toda esa población que no lo tiene, incluso seguirían vacías muchas residencias. Esto da a entender, al que lo quiera o pueda entender, claro, que el reciclaje es inevitable y la transición a una nueva dedicación profesional se hace necesaria y urgente.

La cuestión es que el gran monstruo promotor de empleo en nuestro país ha sido la construcción, ya sabemos que detrás de un ladrillo hay que poner pintura, muebles, lavabos, neveras, y dentro de ella, yogures, y a ser posible que no estén caducados, ¿Si no hay ladrillo, no hay yogures?, he ahí la clave para que algunos individuos puedan, sin más tardanza, cambiar el chip y encaminar sus pasos hacía otros senderos productivos que le puedan dar el yogur.

La población, resignada, paciente y sufrida, está a pique de un repique y vive en una travesía del desierto constante que no sabe cuándo acabará. Dicen, y por lo visto la historia lo demuestra, que en época de crisis la creatividad se acentúa e incita a crear e innovar, pero yo me pregunto: ¿qué ser humano metido en tales miserias se entretiene en i+d+i?

Si no hacemos autocritica de nuestras actitudes no sabremos nunca que terreno pisamos, que parte de culpa tenemos en todo este berenjenal, y sobre todo no podremos darle solución a nuestros “conflictos”, una mente sumida en una depresión continua, no es capaz por sí sola de extraerse de ese caos y reaccionar ante su acelerada destrucción”. 

Por ello, y más que nunca, tenemos que mirar a nuestro alrededor, y dentro de nuestras posibilidades, contribuir a romper este círculo vicioso de autodestrucción de buena parte de nuestra sociedad.


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