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Don Miguel Rodríguez Muñoz (1905-1982), pediatra y analista de la sanidad municipal de la Chiclana de la posguerra

Fue una institución en Chiclana y un referente ético en la medicina.-

El pasado mes de noviembre, exactamente el día 27, se cumplieron 30 años del fallecimiento de don Miguel Rodríguez Muñoz (La Línea, 5/12/1905-Chiclana, 27/11/1982). No quiero andarme por las ramas: don Miguel fue un profesional de la medicina con una profunda y ejemplar perspectiva humanística en todas las especialidades de la ciencia que cultivó, que no fueron pocas.

De estudiante, en la II República, durante sus estancias en el Protectorado Español de Marruecos, donde vivía su madre viuda, se especializó en “Análisis Clínicos y Bacteriológicos”, concretamente en los de “Hematología tropical y paludismo”. La España de aquella época estaba todavía a un nivel más que aceptable, comparado con lo que vino después. Teníamos figuras de talla mundial como Cajal, Simarro y Del Río Ortega en Neurología, Negrín en la Fisiología, que ejerció además de presidente de la República, y Marañón en Endocrinología.

Don Miguel inicia sus estudios en la Facultad de Medicina de Cádiz en 1934 y en marzo de 1936 ya es Practicante. Pero estalla la Guerra Civil y se altera la enseñanza de la medicina. Vive la represión franquista en Cádiz, en el domicilio de su propia familia política. Don Miguel ya había contraído matrimonio en 1934 con doña María Santamaría Rodríguez, vecina de Cádiz y natural de Miranda de Ebro y comienza a trabajar en el Sanatorio Antituberculoso de Chiclana junto a Rafael Pita.

Tenemos constancia de que aprueba en 1941 las asignaturas que le quedaban para terminar la carrera, habilitándose como médico residente y colegiándose con el nº 396. En 1943 realiza un Curso de Malariología tras el que se hace cargo del Dispensario Antipalúdico de Chiclana. En 1945 inicia su dedicación a la Pediatría, pero no es hasta 1947 cuando le expiden definitivamente el título de licenciado en Medicina y Cirugía. Su expediente académico está por tanto zigzagueado, en consonancia con los desgarradores momentos de la guerra civil que le toco vivir.

UNA INSTITUCIÓN EN CHICLANA

Ya en 1945 se viene a vivir a Chiclana con su mujer y sus dos hijos; uno de ellos es Miguel al que muchos recordaran como pediatra. Se instala en la calle Carmen Picazo y abre consulta privada en la calle Laja. En 1950 obtiene el Título de Médico Puericultor y se hace cargo del Dispensario y Laboratorio Municipal de Chiclana de la calle la Plaza, junto a San Telmo.

Fue por tanto toda una institución en Chiclana durante los años oscuros de la posguerra y hasta prácticamente principios del último tercio del siglo XX. Será el principal representante en nuestra localidad de esa “Medicina de Laboratorio” que revolucionó y asentó los conocimientos científicos sobre la composición, el funcionamiento y la anatomía microscópica del ser humano ya iniciado el siglo XX.

Todo un referente en bacteriología en nuestra ciudad. Dominaba el microscopio, sus preparaciones y tinciones y gracias a ello le debemos su labor preventiva y curativa en enfermedades como el paludismo, la tuberculosis y el cólera. Formaba parte de su trabajo habitual la realización de análisis clínicos.

Cabe recordar que en marzo de 1976 se le concede el Título de Colegiado de Honor del Colegio Oficial de A.T.S. de Cádiz, recibe el 26 de junio del mismo año el diploma de Colegiado Honorífico del Colegio Oficial de Médicos de nuestra provincia. Se conserva material gráfico de su aprendizaje en el Instituto Antipalúdico de Navalmoral de la Mata en Madrid.

DISTANCIA CON LA DICTADURA

A falta de un estudio detallado de la sanidad de Chiclana en el siglo XX, donde quedara patente y ampliado lo aquí referido, hemos de señalar la existencia de una obra escrita en la que don Miguel da cuenta de su actividad en la “Memoria de la labor realizada por el Dispensario Antipalúdico de Chiclana de la Frontera”, trabajo mecanografiado que aún conservan sus hijos y que firmaba como Médico-Director.

Al igual que Severo Ochoa, don Miguel nació en 1905, pero, tras la guerra, optó por quedarse, manteniendo siempre una impecable distancia con la dictadura, como también lo haría el embriólogo Orts Llorca, catedrático de Anatomía en Cádiz y Madrid a quien le unía una gran amistad. Entre sus amigos notables figuran también José Villar, catedrático de Fisiología en Cádiz, natural de La Línea y un año menor que él, y  Joaquín Flores, anestesista y hematólogo.

Al fin de sus días, don Miguel llegó a vivir la salida del largo túnel franquista y el triunfo de la democracia en España”.

Hasta aquí los datos históricos. Pero el que esto escribe tiene algo más que decir como paciente, como pupilo y como médico, aun a sabiendas de que “cuando se habla de la infancia no se hace historia, sino poesía”. No quisiera sino mostrar lo que viví y, puesto que a él le debo la vida, me siento en la obligación de expresar abiertamente lo que sobre él tengo grabado en mi memoria.

PERSUASIVO, AMABLE Y GENIAL

Don Miguel era El Médico, y vestía con traje negro, como mi abuelo, lo que de alguna forma relacioné años más tarde con la “estética republicana”. Cuando venía a casa para mí ocupaba el mismo lugar reverente de mi abuelo Nicolás. Lo recuerdo en la primera inyección, en la primera vacuna, inspeccionando las amígdalas... Antonio Moreno, juez chiclanero, da en su libro buena cuenta de la razón por la que aún puedo acordarme del tono de sus palabras, de su discurso persuasivo, amable y genial.


No era agradecimiento sino encantamiento lo que te quedaba al terminar su consulta. Era todo un modelo en la atención integral al niño. Sobrepasaba el puro “ojo clínico” y poseía una visión muy afinada de lo psicosomático y lo psicológico. Así lo pude entender tras una conversación en sus últimos años, ya de estudiante de su misma ciencia, ciencia que en éste, su caso, era también arte con mayúsculas.

La enfermedad, magnificada si era menester para gloria del pequeño paciente, nunca aparecía como más importante que el enfermo. Por ello más tarde lo consideraría como representante de una ética médica laica, de resistencia republicana no política sino ideológica, de supervivencia pacífica en medio de una vorágine social desgarrada y monstruosa, llevado a un exilio interior que cualquier literato, a buen seguro, describiría mejor que yo.

APENDICITIS

Dije que me salvó la vida y diré por qué. Tenía 13 años y andaba mal, lento, encogido, había vomitado; no me dejaban ir al colegio. Llegó don Miguel y con serenidad me hizo levantar la cara, me miró y me dijo: “A ver, Juan, dime ¿Qué tienes ahí en el vientre? Mírame”. Y levantando su cabeza para arriba y hacia atrás me hizo poner su mirada en él, a la vez que un dedo, imperceptible, me tocaba en lo que hoy sé que es el punto de Mc Burney, lugar de diagnóstico y signo indiscutible de apendicitis.

“Espérate aquí un momento que vuelvo pronto -me dijo-, no te vayas (yo apenas sí podía dar un paso). Llegó casi enseguida, sacó su jeringa y me dijo: “Hoy toca que veamos tu sangre en el microscopio ¿Te acuerdas? Tú llegaste a ver los glóbulos blancos y sabes cómo son, lo sé. Dime…”.

Y ya tenía la jeringa llena con la sangre necesaria para comprobar el nivel de repuesta inmunitaria que daría norte de la gravedad del cuadro. Al cabo de unas horas volvió y habló a solas con mis padres. Al salir me explicó lo que tenía y, por supuesto, me convenció, acompañándome hasta el coche que me llevaría para ser operado en Cádiz.

EL MAESTRO

Hasta aquí he hablado del pediatra. Y ahora he de hablar de él como maestro, siendo yo poco más que un pupilo curioso que no levantaba unos palmos del suelo.

En invierno te enseñaban los maestros, monjas y curas, en el colegio. En el verano era mi padre quien me enseñaba cosas y yo me busqué otro maestro: don Miguel. Era la España de la televisión en blanco y negro y con dos rombos”.

El color estaba en tres sitios: en el oro del altar, en las imágenes y en las flores -allí predominaba el olor a incienso-, en las casas en las que se cosían las telas multicolores de las muñecas de Marín -olían a pegamento amarillo- y en el dispensario de don Miguel que era un espacio soleado, de grandes ventanas con los cristales pintados de blanco, blancos también los muebles. Hoy diría que tras aquella puerta se me abría un espacio digno de una obra de Hopper; pero que, para mí, tenía un mago que lo habitaba; olía a limpio, a algodón con alcohol.

El color aquí estaba impreso en los cientos de estampas y dípticos de publicidad médica que acumulaba en la parte baja del mueble situado junto a la puerta de entrada. La fotografía era o muy “clásica”, en papel fino o secante, si era nacional, o en papel cartón blanco y con fotografías “Kodak” si era de firma extranjera. Estos últimos eran los que más apreciaba. Recuerdo uno con una foto tres niños comiendo a la vez de una tajada de sandía enormemente larga y roja.

ENTRE PIPETAS, BURETAS Y TUBOS DE ENSAYO

Poco a poco, me permitió ver cómo ejecutaba su ciencia de laboratorio, que para mí era un ritual de altísima ciencia alquímica llena de “espíritus vivientes” que aparecían y desaparecían en sus análisis con pipetas, buretas, tubos de ensayo, mechero de alcohol, serpentines, matraces y ¡el mágico papel tornasol! Él me introdujo con muy pocos años en el camino de la experimentación química.

Veía, admirado, cómo fabricaba las conexiones con tubos de vidrio que había doblado ante mis ojos al fuego. Sin su iniciación no hubiese aprobado a la primera la fisiología del primer curso de medicina”. 

La prueba que siempre me invitaba a contemplar era la del análisis de glucosa en orina con los licores de Fehling.

Ya hablé del despertar de mi curiosidad por el microscopio y los seres que lo habitaban pero, además, todo eso lo combinaba con lecciones particulares basadas en el único método de plantear y resolver preguntas. Me enseñó que hay preguntas que están mal planteadas y me solucionó cuantos interrogantes relativos al cuerpo humano, a la salud y a la muerte, se me venían a la cabeza. Ya por mi cuenta pude comprobar que era verdad que el corazón de la rana seguía latiendo, ¡solo!, fuera ya del anfibio. Fue mi gran maestro durante la segunda infancia.

REFERENTE ÉTICO

En 1973 comencé los estudios en la Facultad de Medicina de Cádiz y pude comprobar que la ultraderecha estaba bien instalada en ella. Murió el dictador y a los pocos días me detuvieron. Y de nuevo estaba ahí don Miguel, intercediendo ante el decano para que fuese a verme a comisaría. Sólo que la policía secreta del franquismo no le dejó ponerse en contacto conmigo, sencillamente porque siendo médico podía testificar sobre las lesiones que me ocasionaron las torturas.

De nuevo Don Miguel hizo lo que le dictaba su conciencia y lo que tantas veces había hecho: intentar que la maquina jurídica, policial y penal de la dictadura no se tragara a alguien que él apreciaba por cometer el “delito” de ejercer algunas de las libertades civiles”.

Don Miguel murió preocupado por mí porque yo había tomado la decisión de no volver a estudiar “hasta que no se acabara la dictadura”.

Pasados los años, mantuve la atención a las drogodependencias durante casi un cuarto de siglo en Chiclana. Fue mi contribución a la continuidad de su obra. Él era el referente ético de la medicina que practiqué.

Como pueden comprender, esta biografía médica, aunque desarrollada a lo largo de todo el franquismo, saltó por encima de él, manteniendo no sólo unas prácticas científicas heredadas de la época republicana, sino también una ética médica libre, sana, en las antípodas del espíritu oscurantista y carpetovetónico de la dictadura.

JUAN J. RODRÍGUEZ BALLESTEROS


9 comentarios:

  1. todo esto me parece muy bien.Pero ¿a que viene esto?.Estas ¿son las noticias de chiclana?.O es pa relleno?.El que a escrito esto cobra?

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  2. Cateto, es un artículo de una persona sobre otra persona, muy importante, de esta ciudad. ¿Te parece poco? Lo malo es que como no sabes quién es te extraña. ¿Hablar de un médico importante de Chiclana es una noticia de Chiclana? Para rellenar ya está tu comentario. Y sdi cobra o no, no creo que sea de tu incymbrencia. Ni de nadie. Y por estas cosas no se pagan. Solo los que son como tu seguro que no hacen nada sin poner la mano.

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  3. Rxcelente artículo de una gran persona y médico, al que tuve la suerte de conocer.

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  4. al 3 solo se pregunta a que viene este articulo ahora.tan importante que habran puesto su nombre a una calle o una plaza en nueva york no? y no sabes leer (no insultar).tienes que ser un viejo gruñon y solitario

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  5. Para toda persona que conoció a "don Miguel" este artículo, en el 30 aniversario de muerte, es un recuerdo entrañable de alguien que hizo una gran labor filantrópica y profesional en Chiclana

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  6. Los articulos se ponen porque alguien los escribe, siempre hay un motivo, y no hay que buscarle los tres pies al gato. escriben un articulo, lo mandan y lo publican y en el se dice que se han cumplido treinta años de su muerte, motivo para el autor del mismo para dedicarle un recuerdo a este gran medico.

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  7. A frases soeses, trompas de Eustaquio peripatéticas. Todo aquel que pueda dudar de este gran artículo, es un "borrico" sin ojos.

    Mi más enhorabuena por recordar a un buen pediatra y excelente persona.

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  8. Un articulo excelente de una persona excelente que tambien conocí en mi infancia. En alusión a los comentarios, solo decir que quien escribe de los que contruyenron nuestra historia o nuestra ciudad, y lo hacen de forma altruista, debieramos de tenelos en el mas alto de los pedestales, porque nos hacen recordar esos momentos que debido a lo ajetreado de nuestro dia a dia se nos habian perdido en algun lugar de nuestro corazon.Gracias Juan por tu esfuerzo.

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  9. Al leer el anónimo del relleno, no siento mas que pena ajena. La ignorancia que deja relucir en ese escrito, duele.
    No reconocer a un médico que ejercio en Chiclana y que en su labor ayudo a muchas personas, por su buen hacer en el ejercicio de la medicina y por su gran bondad, ya es grave, pero que tambien tenga la osadía de preguntarse si es noticia de Chiclana e incordiar al que escribe el artículo, si cobra o no, peor aún.
    De todo esto deduzco, que buen escrito tiene que hacer para cuestionarte si cobra o no , pero afortunadamente hay personas que escriben sin lucro y unicamente para homenajear a un gran médico y a una gran persona y por cierto celebre en Chiclana.
    Otra vez antes de escribir tonterias, recapacita un poco, que eso es gratis tambien.

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