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Esto no es periodismo, es basura informativa


FĂ©lix ArbolĂ­ [colaboraciones].-

Me da autĂ©ntica vergĂĽenza ver esos pseudo periodistas mendigando la noticia al famoso de turno que sigue su camino impertĂ©rrito sin prestarles la mĂ­nima atenciĂłn como si el simple hecho de mirarlos fuera rebajarse a tolerar esa “escoria” humana. Sin detenerse a pensar que son ellos, en su mayorĂ­a, los protagonistas de hechos denigrantes e indignos y que solo interesan por la corrupciĂłn, falta de Ă©tica en su actividad, adulterio escandaloso u otra causa peor.

Y son estos motivos los que lo hacen ser perseguidos por los lobos de la noticia, dispuestos a no dejar escapar su presa aunque para ello tengan que hacer largas acampadas. Estos hechos los hemos vividos tambiĂ©n en  nuestra Ă©poca, pero procurábamos no sacarlos de las alcantarillas de la sociedad, para que nuestros hijos crecieran en un ambiente más saludable y no se acostumbraran desde pequeño a tan sucia realidad. 

Los periodistas Ă©ramos informadores que usábamos la discreciĂłn y buenas maneras en nuestras actividades. No Ă©ramos como estos “lebreles” informativos que por interĂ©s pecuniario descubren y propagan estas miserias, no con ánimo ejemplar, sino como nĂşmero circense bien remunerado.

Hemos llegado al extremo de que la actualidad se ha convertido en bazofia informativa y  el honor ha quedado guardado en el arcĂłn de la abuela porque ha quedado obsoleto. Nos hemos sumergidos  en el lodo como si ese fango moral que nos domina pueda ocultar nuestra desnudez intelectual, sentimental y humana.

Yo cuando veo al de la alcachofa corriendo e insistiendo tras el “soplagaitas” de turno, que ni se digna mirarle, siento indignaciĂłn y hasta vergĂĽenza ajena al verme denigrado y humillado yo tambiĂ©n como miembro de esa profesiĂłn, a la que tanto amo y ellos desprestigian.   
ÉTICA PROFESIONAL

El periodismo ha perdido sus más importantes valores: la dignidad  del que la práctica y el respeto a la intima honestidad del famoso o popular. Hoy las revistas no informan, distraen y culturizan, solo se ocupan de la infidelidad, la crisis de algĂşn matrimonio, autĂ©ntica o inventada, y la calumnia o verdad que pueda causar el mayor daño posible a  su autor, sin que nadie tenga en cuenta lo “de tirar la primera piedra”. 

Actos dolosos, sĂ­, pero de los que no están exentos los mismos que los graban y comentan, adulterando incluso los hechos, para ocasionar el mayor  impacto y causar mayor sensaciĂłn y alto precio.

¿Creen que en mis tiempos no habĂ­a infidelidades, crisis matrimoniales y hechos indignos y deshonrosos? Exactamente igual que ahora. Lo que pasa es que los informadores tenĂ­amos más Ă©tica profesional y respeto a la dignidad de la persona y del lector y comprendĂ­amos o asĂ­ lo creĂ­amos, que esas basuras era mejor silenciarlas porque formaban parte de la privacidad del personaje y nada tenĂ­a que ver con su actualidad.

En mis años de cubrir periodĂ­sticamente la noche madrileña para el diario “PUEBLO” y la revista “RADIOCINEMA”, he visto casos y cosas que harĂ­an que las actuales parecieran cotilleos de la hoja parroquial. Y se fotografiaba el desnudo femenino en los reportajes, aunque sabĂ­amos que en España no estaba permitida su publicaciĂłn, pero siempre con el consentimiento de la protagonista, para remitirlo a revistas extranjeras.

RESPETO POR LA PROFESIĂ“N

Hacerlo con engaño y sin  previo aviso me habrĂ­a estado removiendo la conciencia el resto de mis dĂ­as. No querĂ­amos ser los causantes del mal que Ă­bamos a producir a esposas e hijos inocentes. 

He  tenido y tengo un gran respeto y una enorme admiraciĂłn por el periodismo. Por Ă©l dejĂ©  mi tierra, familia, comodidades y todo cuanto tenĂ­a en ese instante y me vine a luchar por lo que yo más querĂ­a y volverĂ­a a hacer lo mismo si naciera nuevamente.  Pero el que yo ejercĂ­a era distinto al actual.

Cuando Ă­bamos a una recepciĂłn, fiesta, estreno, cĂłctel o cualquier acto, no Ă©ramos nosotros los que nos acercábamos a la famosa o famoso, salvo el momento de saludarlo si era el anfitriĂłn, sino que eran ellos los que nos agasajaban, daban coba y nos mostraban su mayor amabilidad para que en compensaciĂłn les sacáramos en nuestras crĂłnicas y reportajes.  

Sin ayuda de la prensa no hay figura que pueda darse a conocer, ni mantenerse en el candelero. Aunque actualmente parece olvidarlo el de la alcachofa y hace el juego a los que  salen cada noche a ligarse a un famoso-a, para verse en la tele a contar su obscenidad  con los mayores detalles posibles. Culpables: las revistas y cadenas que pagan por esas porquerĂ­as y miserias humanas.



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