Dicen que no volverás
Y es que aquí sigues, muy presente, desde ese día que subiste al autobús que te lleva a otra de tus asiduas excursiones y te vemos con el micrófono en la mano para amenizar y animar a tus compañeros de viaje.
Aquí te quedarás en nuestras tertulias participando con tu voz tan bien usada y barnizada de ronquera por los farias, contando tus refranes y ocurrencias, heredados de tu padre, así como su afición a los toros y el mote que te convierte en manco sin serlo.
O uno de tus chistes, nunca contado igual. O las cientos de historias del bar en el que pasaste casi toda tu vida, Reñidero, donde compartimos momentos inolvidables.
Y también se queda el arte que tenías colocando el pañuelo en el bolsillo de la chaqueta. Nadie los luce como tú. Y qué bien te sienta la gorra, poniéndotela de cualquier hechura. Y no digamos el sombrero panameño.
Disfrutando de la vida en compañía de infinidad de amigos de todas las edades, y afortunado de tener por esposa, compañera y amiga a Tere, esa gran mujer a la que tanto tiempo de disfrutarte le robamos en los toros, en la feria, en las fiestas…
Manolo, estaremos contigo para seguir estas tertulias de las que tanto hemos disfrutado, hablando de arte, de toros, de cante y de numerosas anécdotas, recordando a tantos personajes chiclaneros que han dejado huella, como la has dejado tú. Tu voz particular junto con tu sonrisa perenne, contagiosa, tu mirada limpia, estarán siempre con nosotros.
Como decía un filósofo, si no hubiese otra vida, no merece la pena vivir ésta.
Las rosas son rojas; las hojas son verdes, y el cariño de Manolo nunca se pierde.
Tere, su compañera de viaje durante tantos años, agradece la presencia y ánimos recibidos de todos los que estuvieron a su lado en este momento. Y nosotros seguiremos teniéndote en el recuerdo, esperando que aparezcas de pronto, como si hubiera sido un mal sueño. Una de tus bromas. No tardes, amigo, las tertulias sin ti no son lo mismo.
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