La calle Real de Chiclana, su entorno y moradores ilustres, IV
Descubierta la casa donde vivió el gran intelectual mexicano Joaquín G. Icazbalceta autor de la obra Mes y medio en Chiclana de 1835.-
De todos es conocida la relación de Chiclana con México, la Nueva España. Tres de sus más veneradas imágenes de allá provenían (ya sólo quedan dos: el Santo Cristo y el Divino Indiano). Las tunas y las pitas, los pimientos, las papas, el maíz, las calabazas… de allá llegaron. La grana de la cochinilla americana, el oro y la plata que adornan nuestras iglesias, de allá vinieron; como la coca o el tabaco.
En 1821nació el Imperio Mexicano, independizándose de la Monarquía Hispana. El gaditano J. R. de Apodaca, su último virrey, hubo de abandonarlo zarpando desde Veracruz, desde el castillo de San Juan de Ulúa, un promontorio marino fortificado al estilo gaditano, semejante, más grande, que el de San Sebastián o el de Santa Catalina que flanquean la Caleta.
Los españoles permanecieron allí hasta 1825 y, lógicamente, los más fueron expulsados del resto del país, entre ellos, un niño mexicano, Joaquín García Icazbalceta (1825-1894), que llegó a Chiclana exiliado junto a su familia española. Durante una temporada vivió en una de las desaparecidas 5 casas de la plaza de España, en la segunda. Joaquín dibujó a lápiz la fachada de esa casa con 9 años, en su opúsculo Un mes y medio en Chiclana, escrito en 1835.
Icazbalceta ya adulto, terrateniente católico, enviudó pronto. Pero no volvió a casarse y se entregó a la tarea de dignificar y modernizar el trabajo en sus posesiones. También se convirtió en uno de los mayores bibliógrafos mexicanos, apto, por tanto, por su fina sagacidad, para indagar en el pasado de su nueva nación, de su conquista y de la época virreinal novohispana.
CHICLANEROS DE ADOPCIÓN
Era un niño prodigio; de alto rango social e intelectual. Sus padres permanecieron junto a la fuente de la Plata, a la espera de poder regresar a sus tierras de allende el océano. En el dibujo se aprecia el diseño general, repetitivo, del conjunto de Las5 casas: abajo, tres grandes ventanas y un portal dieciochesco y arriba, dos pilares en los extremos del pretil y otro en el centro.
JOAQUÍN GARCÍA ICAZBALCETA
Arquitectura gaditana que vino a afianzar el trazado iniciado por los pudientes cargos ducales y el alto clero. Un entramado de grandes líneas rectas que parten de la calle Real: Corredera, Alameda del Río, Fierro, La Fuente, Vega, Constitución, cuesta de Santa Ana y Larga hasta la Soledad, uniéndose a la calle La Plaza. Justo la elemental trama urbanística de la Chiclana de la Edad Moderna. A proteger y recuperar.
Icazbalceta ya adulto, terrateniente católico, enviudó pronto. Pero no volvió a casarse y se entregó a la tarea de dignificar y modernizar el trabajo en sus posesiones. También se convirtió en uno de los mayores bibliógrafos mexicanos, apto, por tanto, por su fina sagacidad, para indagar en el pasado de su nueva nación, de su conquista y de la época virreinal novohispana.
Cómo una engorrosa comanda, hubo de asumir el mandato del arzobispo metropolitano de México de documentar la aparición de la virgen de Guadalupe. No le quedó más remedio que mostrar la verdad del mito que, como católico, ni quería ni consentía desvelar. Pero se filtró y publicó el resultado de su investigación, su Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México. El integrismo católico aparicionista le amargó el resto de su vida.
El México laico lo elevó al altar de la Patria. Comenzaba la segunda crisis irracionalista contemporánea: nacionalismo, religión, revolución, genocidios… Al final de la primera crisis, México había perdido la mitad de su territorio. Mucho se arrepintió Humboldt de haberle facilitado los planos y caminos a Jefferson para la conquista del Oeste y refunfuñaba: “¡Esos negreros esclavistas!”.
Poco se ha escrito sobre esos otros chiclaneros de adopción que aquí disfrutaron de voluntario o jubiloso retiro, como es el caso de los obispos Armengual de la Mota o Fray Félix (y como antecedente Gonzalo de Venegas, que se trajo la sede y silla del obispado gaditano a la calle Corredera a mediados del s. XV), o J. de Álava, Risso, Antonio Mosti, no pocos nobles y extranjeros ilustres…
Menos aún se ha escrito sobre los que fueron forzados a vivir en Chiclana, vigilados, como Juan van Hallen-de La Isla-, libertador de Bélgica, o Bartolomé E. Gallardo, bibliotecario de las Cortes de Cádiz y autor del famoso y anticlerical Diccionario crítico-burlesco… No está escrito el libro que los reúna, ¡no hablemos ya de la nómina de visitantes ilustres!
Muchas serían las sorpresas que nos depararía, perfilándose el conocimiento de esa elite que anidó en esta villa de Chiclana hasta mediados del siglo XIX, que es cuando comienza a gestarse la Chiclana actual y el caciquismo. En 1854, la Chiclana romántica de su niñez, ya se le había caído por los suelos a Cecilia Böhl.
El castillo derribado y sin vegetación, Santa Ana por poco… Juana Sèret no le permitió refugiarse en la más que probable última morada de sus padres en Chiclana; ella “con las defensas rotas” y sin la fuente de la Plata. Esa parte trasera de la casa también andaba en ruina.
FOTOS: Casa primera de la plaza de España, con tres ventanas y un portal, así como tres pilares en el pretil; Joaquín G. Icazbalceta; riada de 1965, cinco casas de la plaza de España, la tercera tiene un segundo piso añadido en 1940; dibujo de la casa número 2 de la plaza de España, realizado en 1835, con nueve años, por Joaquín G. Icazbalceta.
JUAN J. RODRÍGUEZ BALLESTEROS
Muy interesante Juán, como todos tus escritos.
ResponderEliminarGracias Puentechico.