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Una globalización que ha descarrillado


Félix de la Fuente
[colaboraciones].-

Nos preocupa y me preocupa la guerra de Putin y el sufrimiento de los millones de ciudadanos de Ucrania que han perdido a sus seres queridos y su hogar, Pero también nos preocupa el deterioro económico, cultural y social de los ciudadanos europeos.

 

Y me temo que ambas preocupaciones estén más interrelacionadas de lo que pudiéramos imaginarnos, aunque ni admito que se atribuyan a la guerra de Putin los males que estamos sufriendo en Europa, ni, por otro lado, tampoco culpo a Europa, y mucho menos a la UE, de la guerra de Putin.

 

La globalización, entendida como la interconexión de los países del mundo en todos los campos: económico, político, social, tecnológico…, es una realidad a la que no nos podemos oponer. Oponerse a la marcha de la historia conduce al fracaso. Pretender crear fronteras o muros de cemento en una época en la que en 5 segundos te puedes conectar con tus familiares o amigos a diez mil kilómetros de distancia, es la señal más evidente de un espíritu trasnochado o de un régimen dictatorial.

 

La globalización es un paso adelante en la marcha de la historia, Pero ¿y si globalización fuera el elemento común tanto de la guerra de Putin, como de la precariedad laboral y social de millones de europeos? ¿Por qué ha descarrilado la globalización?

 

AUMENTO DE LA DESIGUALDAD ENTRE RICOS Y POBRES

 

Soltar improperios contra la globalización es lo mismo que oponerse al tren de alta velocidad. Podemos quejarnos de la imprudencia del conductor si conduce a una velocidad temeraria, o quejarnos del estado de las vías o del elevado precio del billete de dicho tren, pero no del adelanto que supone el poder cruzar toda Europa en unas horas gracias a los adelantos de la tecnología. Lo mismo ocurre con la globalización.

 

No cabe duda de que tanto la técnica como la globalización pueden servir al acercamiento entre los pueblos y, en definitiva, a la igualdad entre todos los hombres y a la paz mundial. Pero, de hecho, prescindiendo de China y de los países de extremo oriente, no ha servido para elevar el bienestar de los demás países. Y de lo que sí estoy seguro es que la globalización no ha beneficiado a la mayoría de los europeos. Ha aumentado las desigualdades entre las personas y el foso entre los países ricos y los países pobres.

 

Es curioso que la globalización, que dio sus primeros pasos con la creación de la UE, entonces Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA. 1951) al ir suprimiendo fronteras, y que tanta ilusión y tantas expectativas creó, este provocando desilusión y dudas entre las clases a las que debiera haber favorecido.

 

DESCARRILAMIENTO POR CULPA DE LOS CONDUCTORES

 

Es curioso que la UE, que nació fundamentalmente por el deseo de desterrar para siempre las guerras en Europa, haya contribuido, sin quererlo, con el fomento de la globalización, o no haya podido impedir, una nueva guerra en Europa: la guerra de Putin.

 

¿Qué ha pasado? La globalización es una interconexión mundial en todos los campos, pero, sobre todos ellos, ha predominado el campo económico. La economía, con su LEY SUPREMA DE LIBERTAD DE MERCADO, se ha impuesto por encima todos los demás campos: por encima de los derechos humanos y derechos sociales, por encima de las leyes medioambientales, por encima de la libertad de las personas, por encima de la seguridad de la defensa y, por tanto, por encima de la libertad y de la soberanía.

 

La globalización –y también la UE-, que debería ser un tren de alta velocidad en el acercamiento entre las personas, ha descarrilado por incompetencia de sus conductores, que han convertido en tren de mercancías un tren pensado para personas. Se ha prohibido el dúmping económico (vender un producto por debajo de su precio normal o de producción, para eliminar a las empresas competidoras), pero se ha permitido, o incluso se ha fomentado, el dúmping social y el dúmping ecológico.

 

Se ha confundido globalización con precios bajos. Por pagar un bajo precio en mercancías estamos pagando un alto precio en libertad y en vidas. Hoy es Rusia la que chantajea a Europa, pero mañana puede ser China la que paralice toda la industria europea.

 

ALIMENTANDO A UN MONSTRUO

 

Y pasado mañana puede ser África LA QUE NOS DEJE SIN MANO DE OBRA BARATA, por no hablar del chantaje que podrá ejercer sobre Europa un Trump que volviera ocupar la presidencia de EE.UU.

 

En aras de la a globalización, Europa se ha echado en brazos de un monstruo, que, además tiene en sus manos la bomba atómica. Por un plato de lentejas, es decir por un bajo precio del gas, Europa, ha vendido su libertad y su soberanía. No es esta ni la Europa ni la globalización que promovieron Schuman, Adenauer, Churchill o De Gasperi, entre otros. La globalización ha descarrilado en Europa por incompetencia de nuestros conductores, no por defectos del tren.

 

La globalización puramente económica ha fracasado en el mundo y ha cavado un foso aún mayor entre países ricos y países pobres, y la globalización puramente económica está fracasando también en la UE y fomentando la pobreza y la injusticia.

 

Además, los países ricos de la UE, con sus sueldos más elevados, se están llevando de forma gratuita la mano de obra cualificada que los países pobres, sobre todo los del Sur, están formando a sus propias costas. Y, para colmo, la globalización europea, con su sometimiento a Rusia, ha estado alimentando a un monstruo.

 

 

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