EDITORIAL SEPTIEMBRE 2023-Cargos de confianza: cómo seguir chupando de la teta pública

Tenemos unos políticos en Chiclana que no nos los merecemos.-

Qué sería de nosotros si no fuera por ellos. Son tan buenos y protectores que una vez que se sientan en el sillón ya no quieren abandonarlo. No por ellos, ni por los sueldazos que cobran, ni por su ego, el coche oficial, secretaria, gastos de representación, porque no paguen nunca en bares o restaurantes, ni que viajen gratis, que tengan un teléfono último modelo y tableta gratis, ni por hacerse famosos y salir en los medios de comunicación. (FOTO: Otra política que no nos merecemos y que siempre se preocupa por nosotros).

No. No lo hacen por todas estas cosas, sino por nosotros. Porque no quieren dejarnos desamparados si se van. Somos lo más importante para ellos. Nos han cogido tanto cariño que formamos parte de su familia. Eso sí, cada uno en su casa. Ellos/ellas viviendo muy bien en la suya y nosotros pasándolas canutas en la nuestra. En Chiclana tenemos numerosos ejemplos.

Personas que tenían importantes profesiones como maestros o abogados, las abandonaron por nosotros. Han sido concejales o alcaldes, pero cuando decían que daban un paso atrás, en realidad era hacia adelante, pero siempre pensando en los ciudadanos.

Exalcaldes que pasaron a ser delegados provinciales ganando tanto o más que antes, incluso uno llegó a ser subdelegado del Gobierno (anteriormente Gobernador Civil) y otro viceconsejero y consejero de Presidencia, el segundo tras la presidenta; concejales que tuvieron cargos públicos y una edila llegó a ser senadora. Y todo por nosotros. Cuanta magnanimidad.

Una concejala, cuando perdieron el poder y se fueron a la oposición, fue contratada como cargo de confianza en Diputación, que nunca pisó para trabajar allí, donde le correspondía, sino que por el cariño que nos tenía se encerró en la sede de su partido, ya que no quería dejarnos solos en manos de la derecha, que ya se sabe cómo es. Y todo eso lo hizo por nosotros.

AMOR DESMEDIDO AL CIUDADANO

Otra concejala se llevó dieciséis años como directora provincial de la mujer y cuando pusieron a otra en su lugar los muy pendejos, la colocaron en Diputación otros pocos años más. Pero tanto en un cargo como en otro, nos quería tanto que siempre estaba en Chiclana, paseando por la calle o tomando cafelitos en reconocidos bares, pegada a su teléfono móvil y llevando a su perrito/a de paseo, en vez de ir a su despacho en Cádiz.

Y cuando se terminó la confianza la contrataron en el Ayuntamiento, la administración más cercana con el ciudadano. Unos cuantos meses más dándonos su protección. Así lleva toda la vida desde que entró en política siendo una chiquilla, protegiéndonos para que no nos desviemos del camino.

Y para finalizar con ese amor entrañable hacia los habitantes de su pueblo, dos ejemplos más, uno de una persona ya citada y otra que no. Las dos son abogadas, una lleva preocupándose de nosotros desde 1999, o sea, 24 años. Iba en la lista del Senado de nuevo en las pasadas elecciones, pero se quedó sin escaño y 9.000 euros al mes. Había renunciado a ir en la lista municipal porque pensaba salir senadora, pero no le quedó más remedio que aceptar otro puesto en una empresa municipal, que no está a la altura de lo que merece, aunque también ganará un pastizal.

La otra lleva menos en política, aunque no está mal el tiempo dedicado a nosotros. Tampoco fue en la lista, pero para que siga ayudándonos en la difícil tarea de la vida, la han colocado como asesora del alcalde. Ahí podrá ejercer su gran labor de protección ciudadana. No lo hacen por ellas, sino por nosotros. Y se jubilarán sin coger una toga por estar a nuestro servicio. Lo que ha perdido la abogacía por nuestra culpa.