No creo en el paraíso; creo en el miedo, creo en el dolor, creo en la muerte
José Antonio Sanduvete [colaborador]
No existen los finales felices. No en la vida real. En la vida real los finales siempre son tristes. He sentido el miedo, he sufrido el dolor, he visto la muerte con mis propios ojos. ¿Y el paraíso? Ni siquiera he encontrado el camino a seguir para encontrarlo.
Todo lo que merece la pena viene del miedo, del dolor o de la muerte. Hubo quien dijo que las artes, las ciencias y la filosofía, que todo lo que el ser humano ha sido capaz de crear y llamar bueno, o bello, nace de su inquietud, de su miedo a morir, del dolor por la muerte de otros. Incluso los más efímeros placeres surgen y cobran sentido y valor ante la posibilidad de su ausencia.
¿Y lo que describen como paz? Del miedo a perderla. ¿Y eso que se supone que es la vida? De su absoluta e inexplicable vacuidad. ¿Y eso que llaman amor? Del odio justificado hacia quienes quieren convertir una utopía de felicidad en el objetivo, inalcanzable y frustrante, de un mundo irreal.
¿Y si el sentido de la vida es encontrar la forma menos indigna de morir?
Cuentan que el héroe del relato creció y creció desde la nada hasta convertirse en un gigante, pero su lucha sólo le sirvió para tener la posibilidad de enfrentarse a otros que habían llegado a alcanzar su mismo tamaño. Incluso llegó a vencer, sí. El héroe, esta vez, venció. Entonces levantó los brazos y... ¿creéis que se sintió feliz? Los gigantes son tan grandes que en su lucha destruyen todo lo que les rodea. Un vencedor en un mundo derruido. Eso es lo que queda después de una vida luchando.
Creo en el miedo, creo en el dolor, creo en la muerte; creo que jamás dejaré de experimentar un poco de cada uno, tal vez al mismo tiempo, mientras tenga conciencia. Jamás creo que llegue a experimentar el paraíso.
No existen los finales felices. No en la vida real. En la vida real los finales siempre son tristes. He sentido el miedo, he sufrido el dolor, he visto la muerte con mis propios ojos. ¿Y el paraíso? Ni siquiera he encontrado el camino a seguir para encontrarlo.
Todo lo que merece la pena viene del miedo, del dolor o de la muerte. Hubo quien dijo que las artes, las ciencias y la filosofía, que todo lo que el ser humano ha sido capaz de crear y llamar bueno, o bello, nace de su inquietud, de su miedo a morir, del dolor por la muerte de otros. Incluso los más efímeros placeres surgen y cobran sentido y valor ante la posibilidad de su ausencia.
¿Y lo que describen como paz? Del miedo a perderla. ¿Y eso que se supone que es la vida? De su absoluta e inexplicable vacuidad. ¿Y eso que llaman amor? Del odio justificado hacia quienes quieren convertir una utopía de felicidad en el objetivo, inalcanzable y frustrante, de un mundo irreal.
¿Y si el sentido de la vida es encontrar la forma menos indigna de morir?
Cuentan que el héroe del relato creció y creció desde la nada hasta convertirse en un gigante, pero su lucha sólo le sirvió para tener la posibilidad de enfrentarse a otros que habían llegado a alcanzar su mismo tamaño. Incluso llegó a vencer, sí. El héroe, esta vez, venció. Entonces levantó los brazos y... ¿creéis que se sintió feliz? Los gigantes son tan grandes que en su lucha destruyen todo lo que les rodea. Un vencedor en un mundo derruido. Eso es lo que queda después de una vida luchando.
Creo en el miedo, creo en el dolor, creo en la muerte; creo que jamás dejaré de experimentar un poco de cada uno, tal vez al mismo tiempo, mientras tenga conciencia. Jamás creo que llegue a experimentar el paraíso.
chapeau Sanduvete!!!!
ResponderEliminarj.m.a.
¿Para cuando una publicación?.
ResponderEliminarYo me encargo de ello, por ejemplo con (http://www.bubok.es/)
La verdad, amigo Sanduvete (si me permites), esa es la formación que la cultura judeo- cristiana nos ha inculcado. A saber: la manipulación de las mentes a través del miedo. Y, la verdad, es que es muy difícil desprenderse de esa costra. De esa nube negra que rodea nuestra consciencia, que nos hemos formado a nuestro alrededor vía etímulos ambientales, culturales y fruto del subconsciente colectivo que se nos ha venido dando desde illo tempore. No obstante y, adelantando que, a mí, se me vienen emociones parecidas a las que describes, ultimameente, he estado interesándome por otras culturas que lo tienen más claro que las nuestra.
ResponderEliminarLos rishsis, allá en India, se percataron, varios miles de años a.d.Jesucristo, cuya muerte hoy se celebra, por cierto, de que hay un atajo: el campo de la unidad Esta idea, parte de la base de que la Naturaleza ha encontrado la solución en nuestra consciencia, sin esfuerzo y apoyándose en la conexión cuerpo- mente, cuestión esta que los occidentales, basándonos en la filosofía Newton- cartesiana, pasa por alto . Por contra. Por contra, el campo de la diversidad, nos lleva sin remisión al problema. Que cómo se logra la conexión cuerpo- mente ¡Eh ahí la pregunta del millón para nosotros y el mundo de cuadrícula que nos hemos dado, desde Descartes hacia acá, despreciando las facultades de nuestra mente y el mundo de ilusiones que ocupa "cuasi" la totalidad de la misma. Ya a principios del S.XX con la teoría de los cuantos de Max Planck , Premio Nobel de Física, se nos vuelve a abrir una ventanita, junto a su paisano, el también alemán y Premio Nobel de Física Werner Karl Heisenberg. En fín que ya aparece, lo observado, condicionado por el observador. O sea, la mente se vuelve a tener en cuenta, condicionando el mundo de lo objetivo. Concluyendo, pues no es lugar para extenderse más, las vibraciones mentales de alta frecuencia o positivas, nos llevan a la felicidad por activación de determinadas hormonas (amor, perdón, generosidad, el yo, por encima del ego) y las vibraciones de baja frecuencia (odio, resentimiento, pesimismo, todas ilusiones del ego y eclipsando al yo), nos llevan al sufrimiento. Y, fin, por hoy
fumanchu dice: hombre si la cosa va de copiar y pegar ahi va eso.
ResponderEliminarLa siguiente pregunta fue hecha en un examen trimestral de química en la Universidad de Toledo.
La respuesta de uno de los estudiantes fue tan "profunda" que el profesor quiso compartirla con sus colegas,
vía Internet, razón por la cual podemos todos disfrutar de ella.
Pregunta:
¿Es el Infierno exotérmico (desprende calor) o endotérmico (lo absorbe)?
La mayoría de estudiantes escribieron sus comentarios sobre la Ley de Boyle (el gas se enfría cuando
se expande y se calienta cuando se comprime).
Un estudiante, sin embargo, escribió lo siguiente:
"En primer lugar, necesitamos saber en qué medida la masa del Infierno varía con el tiempo.
Para ello hemos de saber a qué ritmo entran las almas en el Infierno y a qué ritmo salen.
Tengo sin embargo entendido que, una vez dentro del Infierno, las almas ya no salen de él.
Por lo tanto, no se producen salidas.
En cuanto a cuántas almas entran, veamos lo que dicen las diferentes religiones.
La mayoría de ellas declaran que si no perteneces a ellas, irás al Infierno.
Dado que hay más de una religión que así se expresa y dado que la gente no pertenece a más de una,
podemos concluir que todas las almas van al Infierno.
Con las tasas de nacimientos y muertes existentes, podemos deducir que
el número de almas en el Infierno crece de forma exponencial.
Veamos ahora cómo varía el volumen del Infierno. Según la Ley de Boyle, para que la
temperatura y la presión del Infierno se mantengan estables, el volumen debe expandirse en proporción
a la entrada de almas.
Hay dos posibilidades:
1. Si el Infierno se expande a una velocidad menor que la de entrada de almas, la temperatura
y la presión en el Infierno se incrementarán hasta que éste se desintegre.
2. Si el Infierno se expande a una velocidad mayor que la de la entrada de almas, la temperatura
y la presión disminuirán hasta que el Infierno se congele.
¿Qué posibilidad es la verdadera?:
Si aceptamos lo que me dijo Teresa en mi primer año de carrera ("hará
frío en el Infierno antes de que me acueste contigo"), y teniendo en cuenta que me acosté con
ella ayer noche, la posibilidad número 2 es la verdadera.
Doy por tanto como cierto que el Infierno es exotérmico y que ya está congelado.
El corolario de esta teoría es que, dado que el Infierno ya está congelado, ya no acepta más
almas y está, por tanto, extinguido... dejando al Cielo como única prueba de la existencia de
un ser divino, lo que explica por qué, anoche, Teresa no paraba de gritar "¡Oh, Dios mío!”
Dicho estudiante fue el único que sacó "sobresaliente"
La verdad es que, yo, por lo menos, me despisto con aquello de suprimir las mayúsculas, donde corresponda. Pues, a veces, la frase, pierde sentido para mí. Debo releer, de nuevo, el párrafo.
ResponderEliminarfumanchu dice: ¿...............?
ResponderEliminarAdministrador.-
ResponderEliminarTras varios avisos sobre el uso de mayúsculas, la poca aceptación recibida y el uso indiscriminado de ellas por parte de algunos ‘contertulios’, se ha decidido forzar los textos a minúsculas.
En todo caso no solo las minúsculas dificultan la lectura de algunas respuestas, ya que la falta del uso de ortografía en las mismas (creo a veces forzado con el único fin de ‘despistar’ sobre su autoría), así como la querencia de abreviaturas propias de mensajes en teléfonos móviles, hacen de algunos comentarios criptografías dignas de Champollion.
Por otra parte aprovecho para llamar la atención sobre el uso del ‘corta pega’, a veces sin ninguna relación con el artículo. Si alguien quiere anunciar o dar a conocer alguna cuestión, puede hacerlo a través de una carta a este periódico.
De nuevo comentar que el trabajo de este administrador no es el de censor. Si alguna persona o grupo intenta con el mal uso de los comentarios imponer el cierre de la posibilidad de los mismos, nada más lejos de la realidad, puesto que la filosofía de este periódico es precisamente dar la oportunidad de opinar.
Si a pesar de los avisos algunos siguen en sus trece, tristemente no quedará más fin que el comenzar a bannear a los mismos.
Yo escribí, "Para el Sr. Sanduvete, con aprecio". Si va por mí, lo del corta- pega, me apena que se me considere de esa manera, ya que lo que en el comentario describo, son leves conclusiones deducidas de mi aficción a la conexión- cuerpo- mente, basadas en mis estudios del Ayurveda y su continuidad en elo que enel último siglo, llamammos mecánica cuántica. Sí, la de los cuantos de Max Planck
ResponderEliminarEn dicho comentario, intento abrir una puerta a las conclusiones a las que llega el Sr. Sanduvete. Esa puerta es la "felicidad", palabra con mala prensa desde queoccidente, cayó en lo que comentamos anteriormente:la filosofía cartesiana y su continuidad en Newton.
La felecidad, es, precisamente, la conexióncuerpo-mente.
Así que, mi comentario, si tiene relación con el asunto desgranado por el Sr. Sanduvete. Y, más: añadir la meditación y los sonidos primordiales, que completan la tríada generadora de una conciencia activa que nos despega de los sentimientos que manifiesta el Sr. Sanduvete.
Administrador.-
ResponderEliminarEl "corta pega" va por comentarios ya borrados y que posiblemente usted no ha visto, así como aviso al autor de alguno que aún queda y creo no viene a cuento.