ZAPATERO EN SU LABERINTO
Miguel Angel Bolaños [colaborador]
Bajo el mero hecho de la aprobación en fase parlamentaria del decreto de reforma laboral, se esconden muchas lecturas. Se puede hablar de la idoneidad o no de esta medida, se puede debatir sobre el recorte fehaciente de derechos laborales hacia los trabajadores, se puede incluso objetar la soledad parlamentaria del Grupo Socialista a la hora de sacarla adelante con más pena que gloria.
Pero por encima del que tiene que ser debate de fondo, que no es otro que el de la utilidad o no de la reforma en estos momentos, la aprobaciĂłn del decreto ha servido para hablar de futuro y no el de trabajadores ni empresarios. El futuro de Zapatero. El presidente está en caĂda libre y parece que lo sabe. Es más, lo asume. Sabe que muy bien se tienen que poner las cosas de aquĂ a un año para que en las elecciones generales de 2012 (que a más tardar serán en primavera), Rajoy no salga victorioso como dicen todas las encuentas. Zapatero está convencido (si no lo estuviera, mal negocio), de que esta reforma es lo que necesita el paĂs. DĂ©mosle el beneficio de la duda. Naturalmente, la inestabilidad del mercado laboral va a seguir subyaciendo en los prĂłximos meses. Los efectos de esta medida vendrán más tarde cuando haya calado en profundidad en los resortes del sistema, pero quizá a Zapatero no le alcance con una reforma que se revele como eficaz. Y si no acaba con la sangrĂa del desempleo, ni hablamos.
Zapatero ha sellado su destino. Reforma o muerte (en la cosa pĂşblica). El caso es que parece que ni la huelga le quita el sueño, sabedor de que la Parca polĂtica tiene intereses volubles y que tanto puede dejar en libertad a su objetivo como cortar el hilo del que pende su vida. Parece que en esta coyuntura, la reforma tiene toda la pinta de ser una Parca que decida los destinos de algunos.
Bajo el mero hecho de la aprobación en fase parlamentaria del decreto de reforma laboral, se esconden muchas lecturas. Se puede hablar de la idoneidad o no de esta medida, se puede debatir sobre el recorte fehaciente de derechos laborales hacia los trabajadores, se puede incluso objetar la soledad parlamentaria del Grupo Socialista a la hora de sacarla adelante con más pena que gloria.
Pero por encima del que tiene que ser debate de fondo, que no es otro que el de la utilidad o no de la reforma en estos momentos, la aprobaciĂłn del decreto ha servido para hablar de futuro y no el de trabajadores ni empresarios. El futuro de Zapatero. El presidente está en caĂda libre y parece que lo sabe. Es más, lo asume. Sabe que muy bien se tienen que poner las cosas de aquĂ a un año para que en las elecciones generales de 2012 (que a más tardar serán en primavera), Rajoy no salga victorioso como dicen todas las encuentas. Zapatero está convencido (si no lo estuviera, mal negocio), de que esta reforma es lo que necesita el paĂs. DĂ©mosle el beneficio de la duda. Naturalmente, la inestabilidad del mercado laboral va a seguir subyaciendo en los prĂłximos meses. Los efectos de esta medida vendrán más tarde cuando haya calado en profundidad en los resortes del sistema, pero quizá a Zapatero no le alcance con una reforma que se revele como eficaz. Y si no acaba con la sangrĂa del desempleo, ni hablamos.
Zapatero ha sellado su destino. Reforma o muerte (en la cosa pĂşblica). El caso es que parece que ni la huelga le quita el sueño, sabedor de que la Parca polĂtica tiene intereses volubles y que tanto puede dejar en libertad a su objetivo como cortar el hilo del que pende su vida. Parece que en esta coyuntura, la reforma tiene toda la pinta de ser una Parca que decida los destinos de algunos.
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