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Urdangarin y el futuro de la monarquía

Félix Arbolí [colaboraciones].-

No soy monárquico, lo proclamo con toda honestidad y firmeza, aunque me haya sentido durante muchos años “juancarlista”, como gran número de españoles. Hoy sigo pensando igual, aunque no con la misma intensidad al ver cómo se han desarrollado algunas cuestiones en este reinado. Muchos nos preguntamos qué fin y utilidad tiene un poder que no posee facultad de decidir y ejecutar.

Estimo que la Monarquía, así con mayúscula, en la que se reina, pero no se gobierna, no es la manera más idónea y eficaz de enfrentarse a las numerosas vicisitudes que nos atosigan en los tiempos actuales. Necesitamos un poder fuerte, justo, honesto, transparente y solidario que conduzca nuestra nave a buen puerto en su difícil singladura por unas aguas tan procelosas. .

Hoy vemos con cierta decepción que las esperanzas depositadas en don Juan Carlos aquél lejano 22 de noviembre de 1975, no se han cumplido en su totalidad y hasta creo, -es una mera suposición por mi parte-, que a estas alturas hasta el propio Rey pueda haberse arrepentido de tanta desinhibición y dejadez en sus atribuciones.

No pretendo regresar a ese poder absoluto de los monarcas de pasadas épocas, en las que era dueño y señor de vidas y haciendas, “catador” de doncellas recién casadas y con derecho a pernada sobre las restantes. Eran normas aberrantes que gracias a la mayor cultura del pueblo y su desarrollo social hemos logrado eliminar.

No me gusta la Monarquía en general, porque creo que nadie debería gozar preeminencias y privilegios por el hecho de su nacimiento y desde ese mismo instante. Ni tampoco ser designado para ejercer el poder sin comprobar y experimentar a priori que está capacitado para ello. Los actuales reyes no tienen voz, ni veto. Ni siquiera pueden designar al jefe de su gobierno o al que debe ostentar el mando efectivo de su Ejército y quienes deben presidir Cortes y Tribunales.

MÁS DECORATIVO QUE REAL

Está supeditado, en sus viajes, discursos y actividades a lo que le dicte, el jefe de “su” Gobierno, que es el único que lleva la batuta en este concierto nada sinfónico y a veces bastante desafinado. La relevancia y poder de la Corona es más representativo y decorativo que real.

Cuando don Juan Carlos subió al trono, el pueblo se sintió aliviado al ver que la temida transición política se realizaba sin traumas y confrontaciones. Nunca un Rey había sido recibido tan clamorosamente y aceptado por unos y por otros sin distinción. Y desde el principio contó con la oportuna compañía de esa gran dama, la Reina, que aunque afirmen que vive en soledad, cuenta con el cariño y el respeto de todo un pueblo.

Aquí se cumple el dicho de que detrás de un hombre que triunfa hay una gran mujer en la sombra. Doña Sofía, lo pienso algunas veces, es quizás el eslabón más fuerte y decisivo que une a la Institución y el pueblo en el aspecto afectivo.

El Rey pudo hacer entonces que su reinado sirviera de pauta y ejemplo al resto de países y monarquías europeas. No sé quien fue su eminencia gris, pero estimo que no supo aprovechar sus consejos o éstos eran equivocados. Una cosa es dar la debida oportunidad al pueblo para que pueda recuperar su libertad y disfrutar de sus derechos y otra, distinta y poco acertada, hacer dejación total de sus poderes, atribuciones y decisiones en manos de unos y otros, para convertirse en un “Don Tancredo”,- sin alusiones ofensivas-, y observar desde su pedestal todo cuanto ocurre a su alrededor, incluso el evidente peligro, sin poder intervenir en el asunto porque según las leyes que él había consentido y se había autoimpuesto, no le estaba permitido.

REYES FLOREROS

¿Cuál es entonces su verdadero papel, no según la Constitución que en más de una ocasión y cada vez que hace falta se saltan a la torera unos y otros, sino en la realidad? Estamos viviendo una extraña época de “reyes floreros” en países donde aún sigue vigente este régimen. ¿Son estos tiempos adecuados para este tipo de jefatura, que sólo se ejerce de manera protocolaria a la hora de firmar lo que otros le ponen delante y sin otra opción que la de aceptarlo?

Don Juan Carlos, con mis respetos y simpatía personal, no supo aprovechar la oportuna coyuntura que se le ofrecía cuando fue nombrado rey. Tuvo a toda una nación a su lado y no hubo monarca que contara mayores adhesiones a lo largo de la Historia. Todos se sintieron atraídos por ese joven monarca lleno de ilusiones, carente de rencores y decidido a forjar una nueva nación en la que todos tuvieran cabida y acomodo, sin exclusiones de ninguna índole.

Con el asunto Urdangarin, algunos han empezado a cuestionar si Don Juan Carlos debería abdicar en su hijo. No he oído mayor locura, ni encuentro mejor manera de cargarse a la monarquía en nuestro país. Y en esto estoy plenamente de acuerdo con Jaime Peñafiel.

En algunos programas televisivos se habla sin reparos y la debida presunción de inocencia del caso del duque de Palma, incluyendo a la Infanta en este bombardeo masivo y hasta pretendiendo salpicar y perjudicar al resto de la Familia Real. No intento justificar lo que ha hecho o podido hacer Urdangarin, pues no ha sido juzgado todavía, aunque haya más indicios de culpa que de inocencia.

ABDICACIÓN DEL REY

Considero que es imperdonable su proceder, si todo es como lo cuentan, pero opino que el caso debe tratarse con las debidas reservas hasta que exista una sentencia judicial.

Lo que me parece totalmente ilógico y torticero es que por este suceso don Juan Carlos deba abdicar en su hijo, Felipe VI, (así lo denominaban en cierta cadena televisiva), al objeto de que la Monarquía no quede tan perjudicada. Algo chocante y sin fundamento que tiene cierto tufillo a intentan enfrentar a padre e hijo, sin pensar o pensándolo, desacreditar a la Institución que ambos representan.

Me sorprende que personas serias y autorizadas digan que este suceso pueda cuestionar el derecho del Rey a seguir en sus funciones sin desdoro personal y ser sustituido por un Príncipe que aún no ha hecho nada para que el pueblo le confíe su destino y otorgue su confianza. Bueno sí, casarse contra las normas que regían en la Corte española sobre los enlaces reales y los de sus herederos.

El mismo error que cometieron sus hermanas las Infantas y que tan mal resultado han dado. Por este mismo hecho, don Alfonso, primogénito de Alfonso XIII y su heredero legítimo a la Corona, tuvo que renunciar a sus derechos al no permitirle su padre un matrimonio morganático, aunque la dama fuera de buena y acomodada familia y no estuviera divorciada.

Si el hecho puede llegar a afectar al titular de la Corona, lo haría en mayor medida aún al resto de sus familiares, incluido el propio heredero. Los que opinan de esta forma no se dan cuenta que si desaparece don Juan Carlos de la Jefatura del Estado, se verá afectada y en peligro la propia monarquía, pues no veo ni a don Felipe ni a Leticia, como los salvadores de una Institución que es más personalista que idealista en el corazón y la lealtad de los españoles.

2 comentarios:

  1. Urdangarín se ha convertido en ''REPUBLICANO DEL SIGLO'', pues ha hecho más por la República que el propio Manuel Azaña.
    El papel moderador de la monarquía en el actual Estado que ha pasado de Autonómico a Confederal, me explico Cataluña y su estatuto que ratificó su majestad, Pais Vasco Y Navarra con los fueros de la constitución que él refrendó, prosigo, tiene muy poco que moderar, pues se han salido del tiesto hace tiempo.
    Por otra parte si la justicia es igual para todos, y tenía conocimiento de unos hechos ''presuntamente delictivos'' de su yerno, nunca debió haber intentado taparlo, y mandarlo a Wachinton, sino ponerlo en conocimiento de la autoridad competente.
    Que su hija sea ajena a todo esto, no se lo cree ni San Pedro que la pintó.
    No han estado nada afortunados, y si se mantiene la Monarquía entre otras cosas es porque es más económica que la República, o al menos es lo que dicen los franceses, que cambian de Jefe de Estado cada 8 años, lo cual es casi inasumible, pues supone mantener ''una casa Real'' cada 8 años, aunque algunos como Chrac terminen en el banquillo.
    Mucho tenemos que aprender de nuestgros vecinos.

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  2. Sr. Arbolí, no parece ser muy demócrata cuando quiere que una persona elegida de una forma completamente arbitraria ostente labores de gobierno.

    El Sr. Borbón fue el heredero elegido por el dictador, Francisco Franco. De forma anacrónica fue mantenido en una institución que choca frontalmente con el concepto de democracia e igualdad, básicamente, por miedo a que se frustara la incipiente democracia por el entonces poderoso régimen franquista y su "glorioso (y traidor) ejército".

    El terror que implantó el franquismo fue tremebundo, implantado en el inconsciente colectivo de un pueblo maniatado, espero que pronto podamos deshacernos de ese montón de rémoras absurdas que nos lastran, sin duda la monarquía es una de ellas.

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