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Mi regreso al periodismo y primeros artículos



Félix Arbolí [colaboraciones].-
 
 Hacía veinte años que había dejado el periodismo activo. Mi dedicación a la hostelería con el pub que abrí en la calle Luis de Góngora, -al que llamé “Sicania” en homenaje a mi tierra, ya que fue uno de los sus nombres en la antigüedad-,   me había alejado de mis actividades literarias No obstante,  había formado una  amena tertulia con actores, actrices y periodistas que nos reuníamos durante las tardes.(FOTOS: Félix Arbolí entrevistando al boxeador José Manuel Ibar Urtain).

Uno de los fijos era mi gran amigo y antiguo profesor en la Escuela Oficial de Periodismo, Alfredo Marquerie, que fue el que me ayudó a gestionar el traslado de los restos de  García Gutierrez al Panteón de Escritores Ilustres, al ser directivo de la asociación propietaria de dicho panteón. Fue una gran persona y excelente profesional que me honró con su amistad y cariño. El primer whisky de la peña era siempre invitación de la casa. Allí conocí a la viuda de Antonio Casal, poseedora de los ojos más bonitos y sorprendentes del cine español.

En mis años hosteleros, la única entrevista que realicé fue a Urtain, pocas semanas antes de suicidarse. No se publicó ya que el redactor jefe del diario “Pueblo”, antiguo amigo y compañero de página, no quiso publicarla pretextando que era un personaje que ya no tenía interés alguno para los lectores. La entrevista, según me afirmó el boxeador, había  sido la más profunda e interesante que le habían hecho en toda su vida. Y pongo a Dios por testigo de estas palabras.

Hablamos mucho de Dios, en el que dijo creía profundamente, de la muerte, el Más Allá y otras cuestiones intimistas y difíciles de tratar en una entrevista de prensa. Cuando semanas más tarde se suicidaba mi entrevistado al lanzarse desde el alto piso en que vivía a la calle, me llamaron con mucho interés para que la publicase. Me negué rotundamente. Ahora era yo el que no quería. Me parecía mezquino aprovecharme de su muerte  para ganar un dinero que me iba a producir más pesar que utilidad. Fue el último reportaje de ambos y no llegó a ver la luz.

RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO

Gracias a otro compañero de prensa de los de aquella hornada, Joan Pla, autor de una serie de “angelotes” célebres ya en la profesión y exposiciones, entré en contacto con unas páginas de prensa dirigidas y realizadas por  mis antiguos compañeros del diario “Pueblo”: Amilibia, Raúl del Pozo, César Lucas, Antonio de Olano, Álvaro Luis, José Luis Navas, que era el director, Ismael Medina, Antonio Castro Villacañas, Miguel Ángel García Brera, Honorio Feito, Jose María García, Raúl Cancio, Blanca Sánchez de Haro y Carmen Planchuelo entre otros. Gracias a ellos y a la gentil invitación de que me uniera a su grupo, volví a escribir de nuevo. Acababa de publicar mi tercer libro “Confidencias de un periodista”. 

No obstante, al tratarse de artículos, me tuve que adaptar a su estilo y medidas, ya que hasta entonces nunca había escrito artículos. Lo mío, durante los treinta años de profesión ininterrumpida fue la entrevista y el reportaje, que nada tienen que ver  con esta nueva versión de prensa.  

Sentía tantas ganas de recuperar el tiempo perdido que escribía hasta doce artículos semanales y llegaron a reservarme en muchas ocasiones la Contraportada además del artículo en cuestión. Generalmente, mis colaboraciones eran dobles. Me acostumbré rápido a la nueva técnica y a ceñirme a sus medidas.

Gracias a esta nueva oportunidad en los nueve años largos que duró mi colaboración, hasta desaparecer las páginas por ausencia de su director a los Estados Unidos, puedo afirmar que fueron más de tres mil los artículos publicados y que habrán quedado guardados en algún recoveco de esta máquina fascinante y algo diabólica, llamada ordenador, donde vamos descubriendo los momentos, sueños, errores, aciertos y vicisitudes de nuestra vida.

CARRERA CONTRA RELOJ

Hay un lector que 1os tiene todos, pues los iba coleccionando y cuando le faltaba alguno, me lo pedía y yo se lo enviaba. Otro que firmaba Criollo, nos leía desde Argentina y era entusiasta de nuestra publicación. Hasta de Nicaragua, Londres, Japón, México, USA y otros lugares recibíamos saludos y comentarios de nuestros lectores que, según controles, sumaban unos diez mil. 

Yo debo mi constante actividad literaria a estas páginas (“vistazoalaprensa.com”) pues gracias a ellas regresé a mi vida literaria. Ni que decir tiene que con compañeros así, da gusto escribir y codearse. Algunos, como Germán López Arias, Ismael Medina, Antonio de Olano, y otros cuyos nombres no me vienen a la memoria en este momento, ya no están entre nosotros, pero sí en nuestros sentimientos. 

Echo mucho de menos esa página que tanto ánimo y satisfacciones me daba, pero al igual que al actor enamorado le quedaba París, a mi me ha quedado “Puente Chico”, la revista de mi tierra y mi página de Facebook, donde aún puedo explayarme y no olvidar que toda mi vida ha sido una carrera contra reloj y muchos sacrificios en aras del periodismo, y quiero llegar al final pulsando teclas y dejando volar mi imaginación más allá de donde yo sea capaz de llegar. Y ustedes que lo lean.

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