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San Valentín, ¿un santo inexistente?


Félix Arbolí [colaboraciones].-

Estamos en la llamada fiesta de los enamorados. Han elegido a San Valentín, como podrían haberlo  hecho con  San Cristóbal. Ninguno de los dos tiene nada que ver con el amor de la  pareja, ya que ambos ni siquiera estaban casados.

Según creo existen tres versiones sobre San Valentín. Una que era médico y sacerdote en el siglo III y fue decapitado por casar a los soldados romanos, que en aquellos tiempos lo tenían prohibido. Las otras dos versiones lo presentan como obispo. Nada que ver con el amor y sus efectos.  Lo curioso es que hasta la iglesia ha dudado de la existencia de este santo y en 1969 fue prohibido citarlo en el santoral de nuestro almanaque.

Luego, sin despejar del todo las dudas y dado el auge que había tomado entre los enamorados como patrono, Pepín Fernández, el asturiano que regresó de Cuba cargado de proyectos y con una visión comercial fuera de serie, decidió darle auge a esta festividad y lo impuso en toda España, como bonito y eficaz pretexto de incrementar considerablemente sus ventas.

Y a base de cuñas y páginas publicitarias lo impuso como patrono del amor y si de verdad hubiera existido ese San Valentín, no tengo la menor duda de que este avispado  comerciante y maravillosa persona, al que tuve el orgullo y placer de conocer y entrevistar, lo hace santo, Papa y hasta Patrono del amor. 

PEPÍN FERNÁNDEZ

Todos sabemos que San Valentín le debe su fama y vigencia a Pepín. Hoy perdura su criatura y nadie se acuerda ya de su protector y creador. “Sic transit gloria mundi”. Lo curioso es que se contaba que había dejado el dinero a su sobrino Ramón Areces, para fundar El Corte Inglés y cuando murió no sabía -apenas salía de su casa y le habían silenciado la operación- que el sobrino  había comprado y hecho desaparecer su imperio. Murió creyendo que seguía siendo el dueño de su querida y ya acreditada empresa. 

A mí estas cosas me producen pena y dolor. Más cuando se trataba de una persona nada engreída, asequible, formal, cariñosa y abnegada. Le hice la entrevista y me mandó con un secretario que eligiese lo que más me gustara de cualquiera de las plantas. Elegí unos zapatos, por no ofenderle, pero era lo que menos valía de la planta que visité. 

Me acompañaba en la entrevista, que era grabada, mi amigo, compañero y paisano José Luis Ayuso,  de San Fernando, muerto ya también, con el que tenía mucho contacto y amistad y él creo que eligió una camisa o unos pantalones.
A las entrevistas grabadas para “La Voz de Oviedo”, de la que yo era corresponsal en Madrid, llevaba a Jose Luis, porque su andaluz era menos cerrado que el mío, que en radio no sonaba muy bien según decían,  aunque a mí me sonaba a gloria celestial porque era el habla de mi tierra, que hoy, a pesar de los sesenta años que llevo en Madrid, sigue igual de cerrado y con ese “ceceo” tan característicos. Genio y figura…

NO HAY FECHAS PARA EL AMOR

Yo no tengo reparos de que algunas parejas encuentren en este día la excusa para decirse “Te quiero”. Más vale que así sea. Una vez al año, dicen, no hace daño. Es mejor que haya un día en el año en que ese marido despistado, para lo que le conviene, se acuerde que tiene a una mujer en su casa sin otro aliciente que verlo aparecer por la puerta y oírle decir alguna frase bonita y cariñosa.

La que le dice a otras con tanta facilidad. Si no, ten la decencia y hombría de descubrir tu falta de amor y tu desgana hacia tu pareja y no la tengas sufriendo inútilmente. Y eso va por ellos y ellas. Que no todos los hombres son los canallas y todas las mujeres las mártires. ¡Qué hay cada penco por ahí!

Yo opino que en el amor no hay fechas, ni horas, sino ganas y deseos. A una mujer no se le regala una rosa porque dicen  que hay un  santo que es patrono de los enamorados, sino porque uno está realmente enamorado de esa mujer y se le apetece tener ese pequeño y gran detalle.

A veces tiene más seducción un bonita rosa roja, espléndida y con sus hojas y espinas incluidas, que esa joya que solo ha costado extender un cheque o tirar de tarjeta los que no tienen problemas económicos. Para mí no hay lenguaje más afectivo y efectivo que las flores.

UNAS ROSAS

Un hombre que es capaz de pensar en elegir la flor más bonita como presente y testimonio de su adoración por esa mujer, demuestra que es un alma noble, enamorada, delicada, llena de ternura y con afanes de reverenciar a esa persona como algo más allá de este mundo.

El ostentoso, el que cree que todo consiste en lo más valioso, aunque para él no suponga un sacrificio, es un prepotente, que hace las cosas más por deslumbrar a la que lo recibe que por cariño. Un patán al que la fortuna económica no ha podido rasparle los pelos de su dehesa.

Si  esa mujer es romántica, quiere de verdad, ama a ese hombre sin ningún tipo de circunstancias e interferencias, guardará esa rosa o esas flores en el sitio más visible y entrañable de su casa y cuando no tenga más remedio que abandonarlo, lo hará con delicadeza y pena y conservará si sabe valorar gestos y detalles, una de las rosas en algún lugar donde siempre pueda verlo y recordarlo. Pero, ¿tiene que esperar a que sea ese supuesto San Valentín para decirle a ella o a él, que lo quiere y significa todo en tu vida? 



1 comentario:

  1. Sr. Arbolí: En lo relacionado con San Cristóbal, está usted en lo cierto, ya que solo fue un personaje de leyenda y como tal, la Iglesia lo "borró" del santoral en 1969, aunque podría volver, pero se tendría que dar el caso de que muriese alguien llamado Cristóbal, y que la Iglesia lo hiciese santo, pero claro, este sería en nuevo San Cristóbal.
    Pero en el caso que nos ocupa, tengo entendido que Valentín, si existió como presbítero cristiano, durante el dominio del emperador Claudio II, y que fue encarcelado y martirizado el 14 de febrero del 269.

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