Euroescépticos y euronulos
Félix de la Fuente [colaboraciones].-
El número
de los que se sienten desilusionados, con o sin razón, de la UE es infinito,
pero mayor aún es el número de los euronulos,
es decir de aquellos que teóricamente defienden la integración europea pero
cuya aportación a esta causa es prácticamente nula. Y esto sí que es grave.
Entre
estos últimos se encuentran todos los defensores del estado actual, todos los
que están conformes y satisfechos con lo logrado hasta ahora, pero también
todos los que se resisten a reconocer “su
incompetencia”, entendido el término “Incompetente”
tanto en sentido jurídico, es decir “el que no
tiene facultad”, como en sentido profesional, “el que no sabe resolver los trabajos” que tiene encomendados.
Si la
integración europea no avanza -y está claro que no avanza desde hace ya casi
dos décadas-, alguien no está haciendo bien su trabajo profesional, porque el
tratado de la UE lo dice bien claro: “una unión
cada vez más estrecha entre los pueblos (ciudadanos)
de Europa”. Si la integración europea no
avanza, o son las instituciones europeas o son los Estados miembros los que
profesionalmente están fallando, o quizás ambos.
Son
incompetentes, porque hacen mal su trabajo, a no ser que demuestren que la
integración europea no avanza por causas ajenas a ellos. Los que no están
fallando son los ciudadanos, pues nadie nos ha dado “vela en este entierro”. Y conviene que tengamos los ojos muy
abiertos, porque los políticos están especializados en responsabilizar a otros
de sus propios defectos.
COMENTARIOS
NEGATIVOS
“La UE no avanza porque los ciudadanos no quieren
avanzar más”- “No podemos llegar a una Unión política, porque los ciudadanos no
quieren depender de otros gobiernos o Estados y porque no hay una verdadera
ciudadanía europea” (eso es lo que se nos vende). A los ciudadanos
británicos se los engaña y se les promete un paraíso fuera de la Unión, y luego
se argumenta “El pueblo ha decidido el Brexit”.
Los
ciudadanos en Cataluña escuchamos machaconamente “España
nos roba” y llegamos a pensar que es verdad. “Luego, el pueblo quiere la independencia”. Si lo que sabemos de
la UE es que “los europarlamentarios viven como
reyes y que la UE nos cuesta mucho”, nuestra conclusión tiene que ser
necesariamente: ¿para qué necesitamos a la UE?
Los
ciudadanos estamos habituados a escuchar comentarios negativos sobre las
instituciones de la UE, lo que vulgarmente se denomina Bruselas. Y no digo que sean siempre los políticos los que
directamente hagan estos comentarios, pero raras veces salen a desmentirlos,
porque así quedan ellos muy bien cubiertos.
Tampoco
digo que las instituciones europeas –Comisión, Parlamento y Tribunal de
Justicia, entre otras- lo hagan siempre bien. Pero si hay alguien que sea el
principal responsable de los fallos de la UE, esos son los jefes de Gobierno de
los Estados miembros, son nuestros políticos nacionales.
ABUSO DE
PODER
Pero yo
creo que, además, se trata también de un problema de incompetencia en sentido
jurídico. Los ciudadanos hemos delegado la soberanía en los políticos para que
nos gobiernen y resuelvan los problemas.
Si los
políticos nacionales no son capaces de resolver muchos problemas por sí solos,
deben tratar de buscar una solución, bien dejando el puesto a otros, bien
recurriendo a la colaboración con otros países de forma conjunta uniendo
fuerzas. Y si no lo hacen, están abusando de las facultades que les hemos
otorgado, pues entonces ya no cuentan con nuestra delegación. Esto no es ni más
ni menos que un abuso de poder.
Si la UE
no puede resolver muchos problemas que deberían ser competencia suya, porque
sobrepasan las fronteras nacionales, es porque los gobiernos de los Estados
miembros son como el perro del hortelano: “ni
comen las uvas ni las dejan comer”.
Que sigan
existiendo desequilibrios y paraísos fiscales dentro de la UE, que la UE sea
incapaz de resolver los problemas de los refugiados, del narcotráfico, de la
contaminación, del paro o de la pobreza…, esto no es culpa de la UE, sino que
es fruto del abuso de poder de los políticos nacionales, que, sabiendo que son
incapaces de resolver esos problemas, no llegan a un acuerdo para resolverlos
en conjunto, dejando que de verdad los pueda resolver la UE.
No son los
euroescépticos los que me dan miedo, sino los euronulos.
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