De la ilusión al desencanto
Félix de
la Fuente [colaboraciones].-
En los
últimos años hay dos temas que aparecen diaria y machaconamente en la prensa:
la desconexión de Gran Bretaña de la UE y los intentos de desconexión de
Cataluña del resto de nuestro país, a quienes muchos no quieren o no se atreven
a llamar España. Hay mucha similitud entre ambos fenómenos: Nacionalismo puro y
duro, referendos, prensa manipulada y prensa manipulante, connivencia entre
políticos e intereses económicos, por llamarlo de una manera suave,
enfrentamiento entre diferentes sectores de la población, etc.
A pesar de
estar viviendo en Cataluña, y sufriendo, por tanto, este enfrentamiento, son
pocas las veces que he hablado del tema de Cataluña. Por diversas razones: en
primer lugar, porque no creo que sea un factor aislado, ni tampoco el más
preocupante, que tenemos en España. El tema de Cataluña viene provocado por
otro hecho más profundo y mucho más grave.
El intento
de desconexión de Cataluña del resto de España es el producto de una
desconexión total entre los ciudadanos y sus políticos. Este rechazo de algunos
catalanes frente al resto de España, corre paralelo al rechazo de millones de
españoles frente a sus políticos. No quiero hablar de Cataluña, además, por
otra razón: al hablar del Brexit y de los problemas de la UE, y de esto sí que
lo suelo oír con frecuencia, estoy tratando del mismo problema de desconexión
que tenemos en España.
Es muy
fácil lanzar diatribas contra británicos y catalanes. No pretendo cargar contra
nadie, ni disculpar a nadie Ya se encargará la historia de colocar a cada uno
en su sitio. Este deseo de separación o ruptura tanto en Gran Bretaña como en
Cataluña ¿siempre ha sido así? ¿Cuándo ha empezado? Cosas tan importantes como
la división de una sociedad -en este caso, la UE o España- ¿se pueden resolver
con un referéndum?
FACILIDAD
PARA SEPARARSE DE EUROPA
Dadas las
consecuencias que va a tener el Brexit en millones de ciudadanos, ¿piensan
realmente los políticos que un Estado debe separarse de la UE con la facilidad
que lo puede hacer actualmente? Si hasta la entrada en vigor del Tratado de
Lisboa en diciembre de 2009 no era posible, pues ni siquiera estaba previsto,
separarse de la UE, ¿por qué se introdujo esa posibilidad y sobe todo por qué
se dejó la decisión en manos de los ciudadanos de un país -en este caso los
británicos- cuando era un asunto que afectaba a todos los ciudadanos de la
Unión?
Dado el
desconocimiento de la repercusión que el Brexit iba a tener en las vidas de
millones de ciudadanos y dada la manipulación y falsa información que rodeó
toda la campaña de éste, ¿podemos decir que fue un acto jurídicamente válido?
Un acto personal que estuviera rodeado de tantos vicios sería nulo de pleno
derecho.
Recordad
cómo en el caso de las preferentes, los tribunales anularon los contratos de
muchas personas mayores, que no estaban en condiciones de apreciar la
transcendencia de lo que estaban firmando y cómo los bancos fueron condenados
en muchos casos. ¿Un acto tan importante como el referéndum sobre el Brexit
¿puede tener validez a pesar de todos los vicios que lo rodearon?
No nos
sirve la excusa de que tampoco los políticos sabían las graves consecuencias
deuna salida de la UE. Cuando el ejecutivo de una empresa tiene un error
importante, se le pone de patitas en la calle. Los políticos no engañaron, pero
deberían haber sabido qué consecuencias iban a seguir.
ASFIXIAR
LA ILUSIÓN
Resumiendo,
y lo que digo sobre el Brexit se puede aplicar al caso catalán, nonos sirve
echar la responsabilidad a los británicos o a sus gobernantes. Lamentablemente
a los políticos que se equivocan no los podemos poner en la calle, porque
tendríamos que echar a las cúpulas de los partidos.
Este
cambio en el Tratado de Lisboa, es decir, la posibilidad de abandonar la Unión
no solo fue aprobado por el Parlamento Europeo, sino que fue ratificado también
por los parlamentos nacionales de todos los países miembros.
Vayamos al
origen del mal y ataquemos a la raíz. La desilusión política tiene unas raíces
sociales tanto en la UE, como en España, con uno proyecto socialmente
ilusionante para España, ni siquiera se hablaría del problema catalán. Con un
proyecto solidario para toda la UE, en el que se trataran de resolver los
problemas de forma conjunta, tampoco habría tenido lugar un Brexit. La España
democrática y la Unión Europea inicial eran proyectos ilusionantes. Alguien
deberá responder de haber asfixiado la ilusión.
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