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Chiclana, cuna de oficios: Ultramarinos-Antonio Moreno Manzano: El falso chicuco

 


 

 
PEPE VELA M. [colaboraciones].-

 

Hace décadas no existían los supermercados ni las grandes superficies. Tanto en los pueblos como en las ciudades abundaban las tiendas de comestibles, que vendían en realidad de todo. Hace varias décadas llegaron del norte de España, de Cantabria, un buen número de montañeses, que crearon este tipo de negocio. Almacenaban también productos llegados de ultramar, por lo que se les empezó a denominar ultramarinos. El protagonista de este mes, Antonio Moreno Manzano, ha hecho muchas cosas en su vida, pero una de las más importantes fue trabajar en este sector, siendo un gran representante del mismo.

 

PrĂłximo a cumplir los 75 años (naciĂł en noviembre de 1946), Antonio Moreno muestra una gran jovialidad desde la serenidad que da la edad. PertenecĂ­a a una familia bien avenida de la clase media rural chiclanera, “un poquito más que los mayestos”. EstudiĂł en La Salle y despuĂ©s estuvo en los Agustinos, donde hizo dos años de bachiller.

 

 

A los trece se fue al Liceo de San Fernando para hacer tercero, pues en Chiclana no había instituto. Dice que nuestra ciudad se quedó culturalmente atrás al no hacerse uno a finales de los años 50 y primeros de los 60.

 

Su padre, también llamado Antonio, tenía la huerta de la Pandereta, con vacas y viñas. Había comprado a Vírués una casa solariega que iba desde la calle Paciano del Barco y daba la vuelta a la calle Carmen Picazo. Tenía patio, casa y corral, unos 400 metros cuadrados en total.

 

Se trasladó de la calle Botica, pero año tras año, por la cercanía del rio, era fácil que entrara el agua, por eso su padre decidió hacer una casa en la planta alta. Grandísimo acierto teniendo en cuenta lo que vino el 19 de octubre de 1965: la gran riada de Chiclana.

 

 

TIEMPOS DIFĂŤCILES

 

CorrĂ­a el año 1959, tenĂ­a trece años y le pusieron los Reyes una bicicleta Orbea de color verde. Solo habĂ­an pasado unos dĂ­as cuando su padre le dijo: “Antonio, coge la bici que vamos a ver al Gordito”. Cuando llegaron allĂ­ su progenitor le dijo al dueño de la tienda: “JosĂ©, ponle un porta equipajes bueno a la bicicleta”. Dice Antonio que era una bicicleta muy bonita. DespuĂ©s “me llevĂł a la calle Fierro, a casa del espartero Juan MartĂ­nez Verdugo, para ponerle un serĂłn. Con todo esto la bicicleta ni se veĂ­a”, recuerda con ironĂ­a.

 

Aquellos eran tiempos difĂ­ciles por lo que su padre le dice que necesita que le ayude, pues como a tantas familias de Chiclana, el campo iba cada vez a peor. Cada cierto tiempo vendĂ­an una aranzada de tierra para poder mantener el nivel de vida. En ese momento comenzĂł su vida laboral. Todos los dĂ­as, antes de ir al colegio, se acercaba a la huerta por leche para llevarla al depĂłsito de recogida que la Merced tenĂ­a en la calle La Plaza.

 

 

APRENDIZ DE CHICUCO

 

Los campos daban cada vez menos, pues no pagaban los productos a precio razonable, ni la uva, ni la leche ni los productos de la huerta. Entonces, un amigo de su padre le dijo: “¿Por quĂ© no le pones a tu hijo una tienda en tu casa? Ahora van a hacer muchos pisos junto al campo de futbol y puede vender de todo”. Su padre hablĂł con Enrique GutiĂ©rrez, montañés de pura cepa y persona de buena estima, al que le unĂ­a una buena amistad, para que le enseñara en su tienda el oficio.

 

Enrique lo acogió como si hubiera venido de la Montaña, que es como se denomina a Santander en Chiclana. Estuvo un verano haciendo de aprendiz de montañés y completó su formación con Pedro Grimaldi en la calle Fierro, que entonces llevaba la distribución de la cerveza Cruzcampo en Chiclana, con el que estuvo alrededor de un año y medio. Ya había completado su formación y estaba preparado para montar su propia tienda.

 

 

COMIENZA LA AVENTURA EN SOLITARIO

 

Empezó con una que tenía unos veinte metros cuadrados, vendiendo los productos de su huerta y la leche de sus vacas. Corría marzo de 1962 y recuerda Antonio que su primera venta fueron dos mil pesetas. Su padre pedía a los bancos lo que llamaban prestamos de campaña para hacer frentes a los pagos de los trabajadores, así como otros gastos, pero Antonio le demostró que aquello ya no era como antes.

 

La leche mal pagada, “que aunque le echara agua no salĂ­an las cuentas”; a la uva como el resto de productos de la huerta, le pasaba igual “y la Ăşnica manera era con el margen de la tienda”.

 

AsĂ­ transcurrĂ­a su vida, que la iba alternando con el futbol. Era tan aficionado que cuando la gran riada, cogiĂł el televisor antes que a su abuela, que no se lo perdonĂł, reprendiĂ©ndole: “¡Cogiste el televisor antes que a mĂ­!”, respondiendo Antonio: “¡Pero abuela, es que va a jugar el Real Madrid la Copa de Europa!”.

 

 

EL FĂšTBOL, EL CENTRO DE SU VIDA

 

El futbol era el centro de su vida. Jaramago hizo un equipo de futbol donde estaban Antonio, Mota, Soriano, etc., dándose a conocer como futuras promesas para que después el Chiclana los acogiera, creando el Chiclana CF juvenil. A con 17 años fue llamado por la selección Andaluza para el campeonato de España por regiones, jugando contra Canarias y posteriormente contra Cataluña, que les eliminó.

 

Un día llegó de Cádiz tras jugar el partido con los juveniles y fueron a buscarlo a su casa. Se había puesto malos dos futbolistas y tenían que enfrentarse al Huelva, eligiéndolo para sustituir al inolvidable Paco Rueda.

 

Próximo a cumplir los 18 años, el Chiclana lo pasó al primer equipo y dejó de jugar en el juvenil. Entonces el Cádiz lo convocó para hacer la pretemporada, jugando muchos de los partidos, pero con la mala fortuna de que se lesionó.

 

 

LA TENTACIĂ“N DEL SEVILLA

 

En esa Ă©poca se interesa el Sevilla por Ă©l, lo que le provocĂł un buen dilema: la tienda montada y el futbol por medio. Antes habĂ­a dejado los estudios, aunque se consideraba un buen estudiante. El club hispalense, además de pagarle todos los gastos, hacĂ­a lo propio con los estudios: “Yo que era buen estudiante y me gustaba, pero me habĂ­a convertido en la mano derecha de mi padre.... Se me iba la ilusiĂłn que traĂ­a desde juveniles, la tienda, el Sevilla, la lesiĂłn…Ahora yo estaba bien y fueron los motivos que hicieron que no fuera a jugar en ese equipo”.

 

Antonio continuó con su tienda, al lado de su padre y con su futbol en Chiclana, que había subido de categoría y estuvo jugando bastante tiempo en 3ª división. Además de haber jugado en la selección andaluza, poniendo a Chiclana en el mapa y dejando en nuestra ciudad grandes recuerdos y muestras de cariño. Abandonó el futbol a los 22 años.

 

SIGUIENTE PASO, FORMAR UNA FAMILIA

 

Y fue con esa edad con la que fue se comprometió con Loli Benítez Guerrero. Se conocían desde pequeños. Cinco años después pasaron por el altar. Tuvieron cuatro hijos, Marilena, Tomás y Ana Lucia, nacida el día de Andalucía, y su hijo Antonio Jesús, Tonchu, como le llamaban cariñosamente.

 

Recuerda Antonio cuando le premiaron a los 13 años con Cartas al maestro, organizado por la Diputación de Cádiz, pues había sido un buen estudiante como él, pero terminando la carrera de Derecho, no la de Historia, que era la que a Antonio le hubiera gustado haber hecho. Una enfermedad traicionera en el páncreas le arrebató la vida a los 33 años.

 

PRIMER AUTOSERVICIO DE CHICLANA

 

A finales de los años 70 vio en Cádiz una tienda en régimen de autoservicio y decidió que sería la primera que se instalaría en Chiclana de ese estilo, y así fue como agrandó su negocio. Eran buenos tiempos, todavía no había grandes supermercados y los comestibles de barrio se modernizaban.

 

 

 

En 1992 llegó su nueva renovación y lo que a su padre le gustaba: reunir en la huerta y en su casa a los amigos alrededor de una copa de vino. Él lo hizo, pero como negocio. Recuperaba la manera de como los antiguos montañeses llevaban su negocio, mitad ultramarinos, mitad bar. Él, sin ser montañés, se estaba convirtiendo en uno de ellos.

 

LA POLĂŤTICA LLAMĂ“ A SU PUERTA

 

Un día se coló en su tienda Antonio Morillo Crespo, que ya conocía del futbol, de la mano de Rafael Vázquez, que había fichado por el nuevo partido de Adolfo Suárez, el Centro Democrático y Social (CDS). Querían fundar el partido en Chiclana y pensaban que sería un buen candidato.

 

Antonio propuso a José Panés, maestro, para el cargo y se presentaron a las elecciones municipales de 1987, saliendo elegidos además de ellos, Antonio González, administrativo en una bodega. Su etapa política duró cuatro años, de 1987 a 1991, que fue el tiempo de ese periodo corporativo.

 

Fue de los chiclaneros que buscaron una mejoría en su vida, que la agraria no le daba en esos tiempos, formando parte del grupo de grandes emprendedores que ha tenido este pueblo. Lo mismo podía haber sido un gran historiador de renombre, político, futbolista o industrial. Los que lo conocemos hemos disfrutado con él, escondido detrás de la figura de un falso chicuco.

 

 

 

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