…Y dos huevos duros
Francisco M. Navas [colaboraciones].-
Vaya, ya llegaron los reyes en pleno octubre. No los Reyes Magos, que bastante tienen los pobres con estar todo el año ahorrando de aquí y de allá para que todos los niños y niñas tengan al menos un juguete con el que abrir la boca estupefactos cada 6 de enero.
Me refiero, como habrán supuesto, a los “líderes” de nuestros partidos políticos, siempre nerviosos ante la cercanía de unas elecciones generales, siempre dispuestos a prometer lo que haga falta con tal de no ser expulsados del ruedo político.
Volverán a sonar en nuestros oídos, como vuelven cada año las oscuras golondrinas de Bécquer, todas aquellas promesas que cada cuatro años los padres de la patria presentes, pasados o futuros, ordenan y enumeran para intentar arrastrarnos en su falsa euforia y de camino robarnos el voto.
Con gesto serio, con discursos contundentes, con interminables actos públicos convocados para ellos mismos, se esforzarán en difamar al contrario, con o sin razón, contraponiendo sus eternas bondades a las nefastas maldades de los demás.
RELIGIÓN
Un ejemplo: “Vamos a sacar la religión de las aulas”. Y te lo dice un señor que representa a un partido que ha gobernado durante treinta años en España y que no ha movido un solo dedo para eliminar esta vergüenza nacional. Dice el tango que treinta años no son nada, pero a mí me siguen pareciendo un montón.
Treinta años de sus gobiernos sin suprimir este privilegio de la iglesia católica, este permanente adoctrinamiento sectario, llevado a cabo por profesores elegidos o cesados por los obispos, aunque, eso sí, cuyas nóminas paga religiosamente, nunca mejor dicho, el Estado español, esto es, todos nosotros.
No les ha servido, como en tantas otras ocasiones, levantar la vista y mirar a nuestro alrededor, en donde la catequesis se da desde hace décadas en las iglesias, fuera del horario escolar, por confesiones religiosas de todo tipo que se sostienen económicamente con el dinero de sus feligreses.
¿Habría que creerlos ahora? Yo, desde luego, no. Y eso sin entrar en el espinosísimo y vergonzoso tema de las inscripciones de bienes inmuebles de la iglesia, conocidas como inmatriculaciones, propiciadas por una ley de los otros, de los que gobiernan ahora, aprobada durante el segundo periodo de gobierno de Aznar y no derogada durante los siete años de gobierno de Zapatero.
TREINTA EUROS POR LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
En 2006, la Mezquita de Córdoba pasó a ser propiedad de la iglesia católica por treinta euros. No está mal, ¿verdad? Comprar por tres perras gordas multitud de inmuebles de los que no se conocía dueño, para a continuación revenderlos a precio de mercado, a fin de sumar todas las plusvalías obtenidas al inmenso tesoro de la iglesia.
¡Cómo se afanaron, todos a una, esos miles de párrocos de nuestros pueblos y ciudades para inventariar y adquirir todo lo legalmente inmatriculabre! Si se afanasen lo mismo día a día en dar ejemplo de pobreza y honestidad, no habrían de temerle a la competencia de ninguna otra confesión religiosa, porque se las llevarían de calle.
Vamos ahora con el sufrimiento de cientos de miles de familias que ni siquiera tienen subsidio de desempleo, ni ayuda alguna, sin esperanza de encontrar un empleo porque son demasiado viejos para un mercado de trabajo corrupto e insolidario, y demasiado jóvenes para acceder a una mínima jubilación.
Sumemos a éstos todos aquéllos que han vuelto a reencontrarse con el empleo, pero no con un empleo como el que tenían sino con otro bien distinto, en el que las condiciones las fija una patronal que contrata y paga a tiempo parcial, aunque en la práctica te obligue a trabajar a jornada completa.
Pues para todos ellos, hartos de comer carbón a diario, llegan de nuevo los sacos repletos de regalos. ¿Tú le ofreces de renta básica ochocientos euros como mínimo a toda esta gente? Pues yo mil. Y yo mil doscientos. Y dos huevos duros.
SEGUIMOS CREYENDO SUS MENTIRAS
Verdaderamente, no tenemos arreglo. ¿Cómo es posible que puedan seguir enviándose esos mensajes a la ciudadanía cada vez que tenemos elecciones generales, sin ningún tipo de pudor, sin vergüenza alguna? Y lo que es aún peor: ¿Cómo sigue la gente creyéndose las mentiras de todos estos mamarrachos?
Un perro se pilla la pata con una puerta y no vuelve a acercarse a esa puerta en su vida. ¿Acaso nuestra inteligencia nos empuja a tragarnos, una y otra vez, todo este cuento chino interminable de bondades futuras que nos montan cada cuatro años?
Lo más patético es que los hilos de los gobiernos ni siquiera son manejados por estos charlatanes baratos. Hay unos pocos individuos, no más de mil, que siguen multiplicando su riqueza día tras día, año tras año, a costa del sudor y de la sangre de los demás. Ellos no necesitan aparecer en ruedas de prensa, ni montar un mitin para los suyos cada puñetero domingo, ni hacer estudios de imagen para caer bien.
Todas sus energías las dedican al interminable beneficio de sus negocios, apostando a caballos políticos que les garanticen de por vida sus manejos. E invierten un parte ínfima de sus ganancias en apuntalar a todas estas marionetas que les devolverán sus donativos a golpe de Boletín Oficial del Estado.
Para rematar el panorama, una reflexión tonta en voz alta: desde que se suprimieron por decreto las generosas ayudas a los cursos de formación de los trabajadores y trabajadoras, ¿dónde están los sindicatos?
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