Román y los romanos
ANTONIO
DEMÓFILO [colaboraciones].-
Hay por
ahí quien presume de haber inventado la pólvora sin darse cuenta de que la
pólvora ya fue inventada por los chinos (los de siempre) hace muchos años. ¿Por
qué les decimos esto? Pues verán, resulta que, tras las últimas elecciones,
ganadas por el romanismo y reforzadas por los siervos (también los de siempre)
del romanismo, el déspota se encontró con un pequeño, mínimo, problema.
Y es que
tanto por la enhiesta como por la siniestra, podían salirles preguntones y
respondones que estropearan el sosiego y la calma de que gozan sus más de
veinticinco años de paz y de democracia orgánica.
Alguien se
podría levantar en un pleno y, después de investigar el caso, preguntar: ¿Sr. Román, cómo es posible que haya ganado las
elecciones después de tener a su pueblo arruinado, con una tasa de paro
insostenible, después del desastre del tranvía, de obstaculizar la puesta en
servicio del nuevo centro sanitario en la carretera de La Barrosa, de boicotear
cualquier iniciativa popular que no sea promovida por los suyos a su mayor
honra y gloria, de haber conseguido el desánimo y la desesperación del pueblo
chiclanero logrando una sociedad apática, acomodaticia y aletargada? Sr. Román,
¿cómo puede usted llevar tantos años engañando a tanta gente?
¡Cuánto
desatino ante el gran dirigente! Entonces, se le ocurrió la gran idea: Como sin
dinero nadie se puede mover, rebajó las asignaciones a los políticos de la
oposición y se las subió a sus feudatarios, los que le permiten hacer y
deshacer cuanto le da la gana sin inquirir ni preguntar. Se miran en el espejo
de la Polanco y de la Benítez y se dicen: ¿Y por qué yo no? ¿Se han
dado cuenta que, al contrario de Roma, Román sí paga a traidores?
MUTILAR A LA OPOSICIÓN
Dicho y
hecho. Menos por aquí y más por allá. ¿A quiénes podía hacer más daño? A los
del PP poco, son gente con fondo (de los suyos, Sr. Román, de los suyos) y,
para colmo, gobiernan el cortijo en Sevilla. Un cortijo que, como el general de
la voz aflautada, ustedes pensaban que estaba atado y bien atado, y resulta
que, al menos por cuatro años, el nudo se ha ido a hacer puñetas.
En
realidad, a quienes más daño puede hacer (y eso ya lo sabía cuando se le
ocurrió la idea como castigo por no haberse vendido) es a los siervos de la
gleba, a los chavales de Podemos, que son unos porculeros de mucho cuidado.
Gente comprometida que aún cree en la democracia. Gente sin fondo que tiene que
trabajar día a día y a los que el dinerillo público de fin de mes les
posibilitaba una libertad de acción que ahora se ha cercenado.
Y el Sr.
Román feliz porque cree haber inventado un sistema para tener mutilados a
quienes podían ejercer una oposición de conciencia. Aunque, claro, como este
hombre, por lo visto, lee poco, no se ha enterado que ese régimen ya fue
inventado por el imperio romano hace miles de años. Y continuado en el tiempo
por todo sátrapa que se precie.
ROMÁN, UN COPIÓN DE LOS ROMANOS
Hace ya
dos mil años, los romanos descubrieron que dejando sin asignación el cargo de
senador, de legislador o de emperador (y quedándose únicamente con los réditos que el cargo ofrecía) los ricos
podían adueñarse de los puestos públicos. Así nació la plutocracia (gobierno de
los ricos) y la gerontocracia (gobierno de los viejos, siempre los mismos).
Los
franquistas también descubrieron a los romanos y, aunque no había necesidad
porque en la dictadura solo tenían representación pública los adictos al
régimen, decidieron no cobrar por ser alcalde o concejal o cualquier otra
prebenda. Mira por donde, el mundo da muchas vueltas… para acabar en el mismo
sitio.
En fin,
seguramente piensa que está haciendo política y, en realidad, en lo referente
al arte de controlar el ágora, el foro o la finca, como creen algunos, Román
solo es un copión de los romanos.
¡Chiclana
es mía!, gritaba cuando perdió el poder la primera vez.
¡Cuánta
razón tenía!
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