Es la salud, estúpido
En 1992 el presidente norteamericano, el republicano George Herbert Bush, se jugaba la re-elección. Para los de la Logse: este Bush no es ese amigo de Aznar que estaba un día aburrido en su rancho de Texas pensando como entretenerse, y tras cuatro minutos de sesuda reflexión, se dijo a sí mismo: ¿Y si invadimos Irak? No, este es el padre presidente (G. H. Bush) del otro Bush del rancho tejano (George Walker Bush) también presidente.
Aunque el padre también tuvo su propia guerra con Irak, cabe en su descargo decir que previamente Sadam Hussein invadió Kuwait (a la sazón, aliado de la administración de Washington). En aquellas elecciones, GH Bush comparecía con todo a favor para ganarse otros cuatro años de alquiler gratis total en la mansión del número 1600 de la avenida Pensylvannia, en el Distrito de Columbia. Había estado de 1980 a 1988 por allí como vicepresidente de Ronald Wilson Reagan, y como propio presidente de 1988 a 1992.
Se enfrentaba en la lucha por la Casa Blanca con un relativamente desconocido gobernador demócrata de Arkansas (que, con el tiempo, se revelaría como todo un gran aficionado al género femenino becario): William Jefferson Clinton.
Los asesores de Bill Clinton reconocían que era complicado competir con un presidente en ejercicio con sus éxitos en política exterior. Principalmente (además de la victoria en febrero de 1991 contra Sadam Hussein en la llamada Operación Tormenta del Desierto) porque en su mandato se había tumbado el Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, se había reunificado Alemania en un solo país el 3 de octubre de 1990 y se había jubilado para la Historia a la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991.
PENSANDO EN LAS DEBILIDADES
Con esos precedentes, los estrategas de Clinton pensaron en hacer girar toda la campaña incidiendo en asuntos internos de país, para evidenciar las debilidades del rival republicano. Uno de ellos, James Carville, colgó un cartel en la oficinal electoral de los demócratas con tres líneas de argumentario: (1) Cambio, contra más de lo mismo; (2) La economía, estúpido; (3) Intentar crear un sistema de salud pública.
Lo que no esperaba Creville (ni el propio Clinton) es que la segunda de las líneas se convirtiera en el lema de toda la campaña. Los demócratas incidieron en ello durante toda la contienda, a fin de hacer ver al electorado que el presidente que mira más por la ventana hacia afuera de la casa..., no se entera de lo que pasa dentro de ella.
El repetido Es la economía, estúpido caló, y concienció tanto al pueblo yankee que Clinton ganó la Casa Blanca con un 43% de votos, frente al 37 de GH Bush. El ejemplo de las elecciones USA-92' sirve para ilustrar que existen fórmulas para cambiar lo que parece inevitable. Hace falta tan solo (y no es poca tarea) focalizar en importante y ser lo suficientemente machacón para convencer con el mensaje.
NUESTRA VULNERABILIDAD ECONÓMICA ACTUAL
España es un país quebrado (o subsidiado desde el Banco Central Europeo que es lo mismo). Es la herencia más nefasta de todas las nefastas herencias del Partido Popular de la época Rajoy. Obras faraónicas inútiles (piensen en la imagen de los aeropuertos en mitad de la nada y con aviones que no están ni se les espera) y corrupción a manos llenas, hicieron que la Deuda Pública referida al Producto Interior Bruto (Deuda sobre PIB) subiera del 36% en que lo dejó Zapatero, al 99% que Rajoy se lo dejó al amigo de minipaseos de Joe Biden (esto es, Pedro Sánchez).
España navega hacia el 120% de Deuda/PIB gracias a la pandemia de la que no tiene culpa Sánchez, y del resto de sus decisiones... que sí las tiene. Eso significa que la Administración debe el equivalente a todo que produce el país en quince meses. Tela. Con el BCE comprando nuestra Deuda del Tesoro un día sí y otro también, cuando se trata de dinero debemos hasta de callarnos.
EL TURISMO EN SOLITARIO NO PUEDE SER LA SALIDA
Hace decenas de años que España no ha pensado en diversificar sus fuentes económicas. La alternativa al Turismo en todos esos años fue únicamente el ladrillo. Y bien sabemos cómo acabó para muchos y como nos sigue marcando aún. Por ejemplo, en deuda para las familias.
La transición entre la ultradependencia del turismo y la diversificación de fuentes económicas diversas será cosa de años. Mientras eso ocurre tendremos que cuidar el papel de camareros de Europa que se nos da desde Bruselas. Y hacerlo desde todos los ángulos: desde la Educación (formación en empleos de ese sector y en idiomas por un tubo) hasta la Diplomacia (consiguiendo que no haya restricciones de viajes y que sigamos siendo atractivos para países tan importantes en este asunto como Gran Bretaña).
LA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL
Pero en algo que debería ser un verdadero Pacto de Estado transversal, la responsabilidad individual es imprescindible e ineludible.
Es casi imposible con la clase política de mierda que tenemos (y sálvese quien pueda) que llegue ese Pacto. Pero si llegara --sí, sé que eso es ciencia ficción, pero pongamos un suponer-- tampoco nos valdría tal y como lo está haciendo una parte de nuestra Sociedad.
Ahora todo pasa por respetar las indicaciones que nos sabemos de memoria. Sí. Son un coñazo, ya. Pero no habrá recuperación turística sin comportamiento adecuado. La pandemia se irá con vacunas y con medidas de prudencia personal. Con las dos cosas, no solo con una.
LA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL QUE BRILLA POR SU AUSENCIA
El episodio del macrobrote de Baleares es el máximo exponente para darnos cuenta de lo que es un mal comportamiento. Resulta que nos costó medio congo que Londres quitara el semáforo rojo a las islas, y ahora unas manadas de chavales (y chavalas, señora ministra igualitaria) en viajes de fin de curso de Institutos se ponen manos a la obra para liarla parda.
Sin cuidado alguno por Mallorca al más puro Atila's style. Haciendo el bestia, pasándose todo por allí mismo, realizando botellonas, conciertos de multitudes, sin una puñetera mascarilla y sin distancia alguna. ¡Hala! que ancha es Castilla... o Baleares, que da igual.
NO DAR LA EXCUSA A BORIS
No se puede ser más analfabeto, menos cerebrado y herrado. Con h, como los congéneres de Platero y Rucio (burros, aclaro, para los que se fumaban en el Insti las clases de Literatura). A ver, pishita -o shoshete, según sea el caso-: Si tú haces el acémila puedes lograr que se extienda el virus otra vez, y que al final le des la excusa a Boris Johnson (que lo está deseando) para que no vengan los ingleses a comportarse como hijos de la Gran Bretaña en Magalluf o en El Arenal... o en La Barrosa.
Y no solo los ingleses de Johnson, también los alemanes, los franceses, etc., etc... pueden no venir. Si tú --niñato/niñata-- haces el burro, subirás las cifras Covid. Y conseguirás que no vengan los de fuera. Y así cientos de familias –no sé si la tuya- no van a trabajar y van a arruinarse más de lo que ya están. Y en nuestro país lo mismo que no cabe un tonto -o tonta- más como tú, tampoco cabe un subsidio más en los Presupuestos.
Cuando los guiris vienen, aunque sea también para hacer el cafre aquí, ya dejan dinero en el aeropuerto, en el autobús, en el hotel, en el bar, en la playa y... en los impuestos que pagan el gasto de tu ¿educación?, de las medicinas de tus padres y de la pensión de tus abuelos. Eso, sin contar que debería darte algo de temor saber que ya hay veinteañeros (como tú, todavía sin vacuna) en las ucis de nuestros hospitales.
Por todo eso, los que nos jo...robamos cumpliendo las normas, podemos decirte que este verano todavía no te desfases (en realidad no debes nunca, pero ese es otro tema). Tenemos el derecho a decirte que estamos quebrados en lo económico como país y que lo poquito que tienes que hacer tú para ayudar, es comportarte como es debido.
Primero, tratemos que acabar la pandemia con las dos claves: vacunas y respetando todos -por supuesto tú y yo los primeros- las normas. Sin esto, no hay economía que remonte. Y segundo, comportándose. Por eso te podemos decir: “Es la salud, estúpido”. Repítelo en voz alta muchas veces.
Gran artículo, y documentado, como todos los de Perea. Un placer leerte de nuevo.
ResponderEliminarVale
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