El conejo de Feijóo

Fernando Perea [colaboraciones].-

Las erratas de imprenta a menudo las carga el diablo. De ellas no ha estado libre ni la más importante del país. El Boletín Oficial del Estado (BOE) número 56/2015, de 6 de marzo de 2015 contenía (en la base 14 del acuerdo del Consejo General del Poder Judicial-CGPJ -ver páginas de 20.513 a 20.527-) una jocosa confusión: al CGPJ se le denominaba Conejo General del Poder Judicial.

No ha sido la única vez que los duendes impresores la emprenden contra el buen nombre de la Institución. El BOE número 228/2014 de fecha 22 de septiembre de 2014 publica en su página 27.627 otro acuerdo del CGPJ... que aparece firmada por el presidente del Consejo General del Joder Judicial.

Los actuales miembros del órgano de los jueces fueron nombrados por el Parlamento el 4 de diciembre de 2013 para un período de cinco años (alguien debería explicar por qué no está legislado para cuatro, como el resto de instituciones). Entonces gobernaba Mariano Rajoy y había mayoría conservadora en Congreso y Senado.

Llegó el 4 de diciembre de 2018 -los cinco años previstos- y ya Pedro Sánchez había cambiado el colchón en La Moncloa. Los populares -enrabietados con el resultado de la moción de censura que mandó a Rajoy al Registro de la Propiedad de Santa Pola- no quisieron ponerse manos a la obra para negociar la nueva composición del CGPJ.

EL BLOQUEO POR BANDERA

El partido de la gaviota jugó la carta de esperar qué deparaban las elecciones de noviembre de 2019, por si ellos volvían a tener mayoría. Pero el 13 de enero de 2020 ya Sánchez tenía su segundo gobierno (esta vez con su socio Podemos) y al PP le tocaba la travesía del desierto de cuatro años de oposición. Quedaba claro que el nuevo CGPJ debería tomar una mayoría de jueces progresistas para atender la nueva composición progresista mayoritaria del nuevo Parlamento.

Pero Pablo Casado se hizo un Trump, es decir, se negó a aceptar el resultado de las urnas y condenaba a la interinidad a un CGPJ con el mandato caducado, pero con el sesgo de mayoría de jueces conservadores nombrados en la época Rajoy. Todo un ejemplo de respeto democrático por parte del PP: bloquear la renovación impidiendo alcanzar la mayoría necesaria de tres quintos del Congreso de Diputados. El partido que se llama a sí mismo constitucionalista por más que hagan usos muy propios de anti-sistema.

En abril de este 2022 se instalaba en la calle Génova número 13 -con aura de moderación y de hombre de Estado-  el gallego Alberto Núñez-Feijóo. ¿Cambio en la postura bloqueadora del PP? Nones.  Más enrocamiento, si cabe. Y el agua rebasó las compuertas: el escándalo era ya tan grande que la Unión Europea tomó cartas en el asunto. El comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, vino a Madrid a finales de septiembre pasado para intentar poner orden. Habló con PSOE y PP, y se llevó a Bruselas una promesa de pronto acuerdo.

EL CONEJO DE LA SEDICIÓN

Pero a las declaraciones no las secundaban los hechos. El 9 de octubre el presidente del propio CGPJ, el conservador Carlos Lesmes, dimitió harto de todo y pegó un portazo. Intentaba dar así la última vuelta de tuerca al PP+PSOE en este asunto. Algo movió con ello, porque forzó  una reunión Sánchez-Feijóo al día siguiente para desatascar definitivamente el entuerto.  Con lentitud hubo más reuniones y pareció tanto avance que varios medios anticiparon un inminente acuerdo.

El 27 de octubre todo explotó. Feijóo, haciendo gala de su talante moderado y su perfil de hombre de Estado, dinamitó todo. Al más puro estilo trumpista de Isabel Díaz Ayuso se agarró como excusa a la primera cosa que tuvo a mano: en este caso, la -claramente- muy innecesaria  reforma del delito de sedición en el Código Penal que el PSOE ha pactado con los independentistas.

El presidente del PP se sacó un conejo de la chistera y se situaba en posición de joder al poder judicial. Evidenció que le da igual que el CGPJ cumpla cuatro años de caducidad a inicios del mes que viene, porque así la mayoría de los jueces sigue siendo conservadora... tal y como interesa al partido azul genovés. Ya lo cambiaremos cuando lleguemos a La Moncloa. No hay urgencia alguna, porque ya se sabe que las prisas no son buenas conejeras.