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Soledad Ariza: “Desde los balcones, abuelos nos pedían algo de comer para mojar en la leche y nosotras les dábamos una cajita de polvorones”

Rocío, Mariví, Inés, Sole y Noelia, llevaron a Valencia un trozo de Navidad y de Chiclana a los afectados por la riada.-

El mes pasado les contábamos las impresiones de un chiclanero, Antonio García Baizán, bombero forestal, que fue a Catarroja, en Valencia, a ayudar en las labores de limpieza, tras las inundaciones de finales de octubre, que arrasaron la zona y provocaron el fallecimiento de 230 personas y bastantes desaparecidos. Este mes son cinco chiclaneras las que acudieron a aportar su granito y una de ellas, Soledad Ariza, nos relata sus vivencias en Paiporta, Alcásser y Catarroja principalmente.

Sole Ariza es sobradamente conocida en Chiclana por su constante ayuda a personas necesitadas, de lo que sea, consiguiendo muchas veces lo que parece imposible. Coincide con Antonio García en que
aquello “
parece una guerra, pero sin el miedo a que te bombardeen”. El escenario sigue siendo dantesco, a pesar de haber transcurrido ya dos meses desde que tuvo lugar la catástrofe.

Las cuatro chiclaneras son Rocío, Mariví (miembros de la Guardia Civil), Inés, Noelia (hija de Sole) y ésta. El motivo del viaje fue “ver la solidaridad de Chiclana y la nave de Protección Civil con mucho material, porque la ayuda enviada desde todos los puntos de España fue muy grande. Decidimos ir cuando pasara un tiempo y la situación se calmara un  poco”.

PRIMER VIAJE

Dicho y hecho. Alquilaron una furgoneta, que llenaron en el cuartel de la Benemérita con las donaciones recibidas de detergente, palas, botas, fregonas, medicinas y calendarios de adviento con chocolate y polvorones. El combustible fue donado por la empresa Rodríguez Flores, distribuidora de La Casera y cerveza.

También recibieron un donativo my especial de Alemania, gestionado por el agente de la policía alemana que estuvo este verano en nuestra ciudad, según un convenio que tiene con la Guardia Civil, de 900 euros. Las cuatro salieron de noche para aprovechar bien las horas y los tres días que estuvieron allí, turnándose en la conducción Rocío y Mariví.

ABUELOS PIDIENDO COMIDA DESDE LOS BALCONES

Llegaron a Valencia y la primera impresión fue impactante. Ya hacía mes y medio de la riada, pero las cosas no habían cambiado mucho: “Había barro por todas partes, los coches estaban apilados unos encima de otros, los comercios destrozados y la gente desesperada buscando ayuda. La que el Gobierno estatal les había prometido no les había llegado y carecían de casi todo”.

Pero lo más impactante fue “ver a los abuelos pidiendo desde los balcones de sus casas que les ayudaran, porque no podían bajar al no funcionar los ascensores de sus bloques. Nos solicitaban detergente y otras cosas y se las entregábamos en mano. Éstos nos daban las gracias, un abrazo y nos contaban lo que habían pasado en esa tragedia”. Eran historias muy tristes, que les ponía un nudo en la garganta.

Su primera parada fue en Paiporta, donde el agua causó más estragos en viviendas y seres humanos: “Desde esos balcones muchos nos pedían algo de comer para mojar en la leche y nosotras les dábamos una cajita de polvorones. Ver esas caras y el agradecimiento que se reflejaban en ellas fue impagable. Decían que creían que no iba a llegar la Navidad y que se la habíamos llevado nosotras”. Fueron momentos muy emotivos, aunque no los únicos.

REGALANDO FELICIDAD Y AMOR

Señala Sole que “no hay luz, lo que agrava la situación”. Llevaban regalos para los niños, por lo que se trasladaron a los parques donde éstos se reunían para jugar: “En uno de ellos un hombre francés hacía crepes gratis para los pequeños, de 12 de la mañana a 8 de la tarde. Nosotras les dábamos calendarios de adviento y regalos. Una niña de tres años se abrazó a nosotras cuando le dimos una muñeca, que era lo que quería”. Estos recuerdos casi hacen aflorar las lágrimas en los ojos de Sole, emocionada. Y yo también estuve a punto.

Otra bonita historia, de película de Navidad, tuvo lugar en Catarroja: “Dos adolescentes estaban sentados en un banco del parque lleno de barro, que se estaban amando entre tanto desastre. Mariví se acerco a ellos por detrás, tocó en la espalda del chico y le regaló una caja de bombones para ella. Ya te puedes imaginar su sorpresa y el agradecimiento que mostraron por este regalo”. Cuatro angelitas chiclaneras haciendo felices a personas que lo habían perdido todo y que les llevaban algo de esperanza y cariño.

HISTORIA DE MARÍA

La historia más fuerte es la de una niña de ocho o nueve años de Paiporta, María: “Según nos contó su madre, el día 29 de octubre, cuando la riada, fueron a Valencia, al Corte Inglés, a la firma de discos del cantante roteño Antoñito Molina, que es su ídolo. A la vuelta hacía buen tiempo, pero empezó a llover y llegando a su pueblo les cogió la riada, no pudiendo hacer nada. El agua se llevaba el coche y ésta empezó a entrar en el vehículo, por lo que intentaron salir de él. Los vecinos más cercanos consiguieron sacarlas de allí y salvarles la vida. Perdieron el coche y lo que iba dentro, el disco firmado entre ello”.

Sole puso esto en internet, en Tik tok y las demás redes sociales, etiquetó al cantante, lo mismo que hicieron otras personas para que éste se enterara. Y se enteró. Una estrella, Nina Alemania, fue la ejecutora de la magia y le trasladó la petición a Antoñito, que respondió inmediatamente, invitando a María a asistir gratis al concierto suyo que quiera, donde le regalará el disco firmado. Otra historia con final feliz entre tanta desdicha.

SEGUNDO VIAJE

Los tres días que estuvieron fueron a dormir al polideportivo de Alcásser, donde las trataron muy bien: “No nos faltó de nada, dormíamos con otros voluntarios que estaban haciendo lo mismo que nosotras, ayudar a estas personas”. Esos días se les hicieron muy cortos y tras descansar un tiempo, pequeño, se echaron de nuevo a la carretera rumbo a Valencia. Esta vez iban su hija Noelia, Sole y su hermana Inés.

Habían pasado  varios días, pero a Alcáser no había llegado nada de la ayuda prometida por el Gobierno. Este segundo viaje era para llevar “un cachito de Navidad, Creí en Sancti Petri y llevé a cabo unas jornadas que se llamaron Por amor al arte, con donaciones de cuadros de artistas chiclaneros, fotos, libros que nos dio Tu papelería, también regalos del centro de mayores Reifs, así como juguetes nuevos”.


CHICLANA SE VOLCÓ DE NUEVO

Lo que iban a llevar lo almacenaron en una nave de Electricidad Ruiz Butrón, en Pelagatos y la empresa de José Fornell les dio dinero para el combustible. Les pidieron zapatos de niños y Caprichín les regaló tres bolsas con zapatos, botas, zapatillas de casa. Cientos de pares. Fueron a Picaña, donde la biblioteca había sido arrasada, sobre todo la parte infantil. Les habían enviado muchos libros de otras localidades, diciéndole que los dejaran debajo de un árbol de Navidad hecho de crochet, para que los niños los recogieran allí.

También llevaron material escolar donado por el colegio Mayorazgo. La campaña llevó por nombre Después del barro, material escolar te traigo. Lo entregaron ellas mismas “porque queríamos hacer un control de lo que se deba”. En la localidad de Sedavi, les esperaban los elfos traviesos para ayudar en el reparto: “Los llevamos a un garaje  donde había un coche lleno de fango. Profesores y logopedas empaquetaron y los libros se entregarán en Navidad”.

HACE FALTA AYUDA PSICOLÓGICA

El viaje también les dio para visitar el barranco del Poyo, donde comenzó la catástrofe: “Solo  quedó en pie un árbol, al que los militares le pusieron luz. Impone verlo”. A pesar de todo lo sucedido, los residentes de ese lugar han vuelto a sus casas: “Tienen miedo a que llueva de nuevo, pero no tienen otro lugar donde vivir y allí se pasan las horas mirando hacia el barranco”.

También temen la lluvia los de las ciudades afectadas, porque “las tuberías están atascadas y no tragan. El barro se ha convertido en un bloque duro y no deja pasar el agua”. Afirma Sole que “hace falta ayuda psicológica, sobre todo para las personas mayores, que no pueden vivir allí, con las casas apuntaladas y algunas solo conservan una parte de la misma. Pero se quedan allí, con la mirada perdida”.

COCHES APILADOS ESPERANDO AL PERITO

También se encontraron con cientos de coches apilados unos encima de los otros y con carteles diciendo que no se los lleven, que están esperando al perito de su seguro para que pueda dar fe de que está destrozado y así cobrar por los daños sufridos. Son muchas las situaciones con las que se han encontrado en estos dos viajes, que nunca olvidarán.

Manifiesta Sole Ariza que “hay naves llenas de cosas, pero hacen falta furgonetas para repartirlas”. En esas ciudades han sido acogidas con mucho cariño: “Nos daban constantemente las gracias por ir a ayudarles, diciendo que sin nosotros (todos los voluntarios) no habría sido posible esa ayuda”.

En Chiclana hay más personas y empresas que quieren prestar su ayuda, como es el caso de la viuda de Electricidad Bartolo, que quiere donar todo lo concerniente a la electricidad. José Fernández López, por su parte, dará artículos de parafarmacia como biberones, chupetes, pañales, etc. Lo importante en este caso es saber a quién entregarlo.

LA NAVIDAD DEBE SER PARA TODOS

Hay negocios, una gran parte, que han quedado muy afectados, por lo que no volverán a abrir, “están destrozados psicológicamente”. Asevera que “la Navidad no es Navidad, si no la celebramos todos”. Desgraciadamente, esto no va a ser posible para los que lo han perdido todo o parte y especialmente para las familias de los 230 fallecidos. Por eso, gestos como los de Sole, Noelia, Inés, Mariví y Rocío, así como los de miles de voluntarios que se han acercado hasta allí, no se deben olvidar jamás.

Mientras el pueblo se moviliza, ayuda y trabaja gratis para echar una mano, los políticos responsables de darles ayudas de todo tipo, que no llegan, se despedazan entre ellos para echarle la culpa al otro y librarse de la vergüenza que están causando. Son indignos de representarnos.

PACO LÓPEZ

 

 

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