La Comisión Europea, débil ante los gobiernos
Félix de la Fuente [colaboraciones].-
La guerra de Putin contra Ucrania nos está mostrando la solidaridad de los europeos con los ucranianos, pero también nos está diciendo: “Sólo cuando los gobiernos ven las orejas al lobo”, actúan unidos. Es una pena que se tenga que derramar tanta sangre para que los Estados miembros de la UE despierten. Si cae Ucrania, pueden caer otros muchos pequeños países e incluso la misma EU.
Pero esta guerra nos está demostrando también lo
limitada que es la soberanía de la Unión Europea en su conjunto. Y conviene que
los sepan todos esos millones de europeos, entre los cuales se encuentran
muchos millones de españoles, que tienen miedo a que las instituciones de la
Unión nos roben la soberanía nacional.
¿De qué soberanía nacional estamos hablando? ¿De la soberanía militar, económica, industrial, energética, demográfica, científica…de España? Dice el refrán que “nadie da lo que no tiene”, y por lógica podemos decir también “a nadie se le puede robar lo que no posee”.
Los grandes déficits que tiene la UE hacen que existencialmente dependa de otros países o grandes potencias y que, por tanto, su soberanía sea en muchos campos bastante limitada. No es que la UE deba pretender competir con EE.UU, China o Rusia. Pero si quiere que sus ideas y valores de solidaridad, democracia y respeto de los derechos humanos se extiendan por el mundo, necesita soltar las amarras que exteriormente la tienen atada en muchos campos.
LA ECONOMÍA FAMILIAR DEBE IR BIEN
Hay, además, otros ámbitos en los que la dependencia exterior de la UE es mucho menor, aunque en un mundo globalizado todos los países dependen en cierto grado unos de otros. Por tanto, también la UE en su conjunto sufre esta dependencia. Y uno de estos ámbitos es el de los derechos constitucionales, derechos de que suelen hacer gala todos los países, pero que en la práctica están ignorados: el derecho al trabajo, a la vivienda, a un sueldo digno, a la educación…
Puede ser que la globalización haya forzado los sueldos a la baja en muchos casos, pero la UE no puede quedarse de brazo cruzados ante esta situación. No basta con que la economía de la UE vaya bien. Es sobre todo la economía de las familias la que debe ir bien. El Parlamento Europeo y la Comisión están obligados en virtud del principio de subsidiaridad a controlar estos incumplimientos constitucionales de los Estados miembros.
Si quieren que los ciudadanos vean a la UE como algo suyo, ambas instituciones deben interesarse por los problemas de los ciudadanos, que en estos momentos son: sueldos insuficientes, alquileres altos, gastos desorbitados del Estado y de los políticos, imposibilidad de pagar la hipoteca. La debilidad de la Comisión europea ante los gobiernos no puede proporcionarle la simpatía de los ciudadanos.
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