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¡Que aprenda la lección Europa!


Félix de la Fuente [colaboraciones].-

Se aprende de los errores… y de la experiencia” dice la sabiduría popular. Pero ¿qué pasa con los que nunca se equivocan y con aquellos que jamás reconocen sus errores? Y ¿qué sucede con nuestros políticos, que no admiten haberse equivocado y no asumen responsabilidad alguna? Pues que no aprenderán nunca. Más aún, aquí quiero recordar a Jaime Balmes, sí, a ese catalán felizmente tan desconocido, que gracias a eso sigue teniendo dedicada una calle en Barcelona.

Sí, Jaime Balmes cometió el gran pecado de escribir sus muchas obras en español y en una época en que Franco ni siquiera había nacido. Pues este filósofo de Vic, que, junto con otro desconocido, Vicente Ferrer, se cuentan entre las 25 personalidades más famosas de toda la historia de Cataluña, dice “terrible es el error cuando usurpa el nombre de la ciencia”.

Según esa misma sabiduría popular, de la experiencia también se aprende, Pero ¿qué experiencia tienen nuestros dirigentes políticos? Difícilmente podrán aprender algo razonable de su trayectoria profesional. Tiene que ser, por tanto, Europa la que aprenda la lección, porque Europa sí reconoce que erró estrepitosamente no controlando cómo se utilizaba el dinero que la UE nos daba para la formación de nuestros jóvenes y para la creación de puestos de trabajo. “Culpa in vigilando” se llama a esto en Derecho.

Pero, ¿puede tener ahora Europa la más mínima garantía de que nuestros políticos van a emplear correctamente el dinero que quiere dar al pueblo español? ¿No se quedará en el camino un porcentaje considerable de esa ayuda?

SOLIDARIDAD Y RESPONSABILIDAD

El pueblo español le estará eternamente agradecido a Europa por esta ayuda, pero nuestro agradecimiento sería aún mucho mayor, si viniera acompañada de un requerimiento a nuestros gobernantes, actuales y futuros, para que supriman de una maldita vez los innumerables cargos y puestos políticos que sobran en nuestro país.

La ayuda económica que Europa nos está ofreciendo es un acto de solidaridad que, como contrapartida, exige de nosotros una gran responsabilidad. La solidaridad es una de las características de la UE, pero que los españoles, que presumimos de democracia, no practicamos entre nuestras regiones. Hay un deber de solidaridad entre los europeos, pero no hay un derecho a exigirla.

El hecho de que los europeos estén obligados por solidaridad a ayudarnos, no quiere decir que nosotros tengamos derecho a exigirlo. Por tanto, haríamos mucho mejor en ir con las orejas bien agachaditas cuando pedimos ayuda a Europa, en lugar de mostrar una actitud casi arrogante.

Si no reconocemos errores, ni somos humildes, ni mostramos propósito de enmienda, ¿Cómo podemos pretender que Europa nos perdone? ¡Que Europa aprenda la lección y no cometa de nuevo el error in vigilando! Y sobre todo que sea ella la que apriete el cinturón a los políticos y no permita que sean los políticos españoles los que nos obliguen a los ciudadanos a apretarnos el cinturón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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